miércoles, 3 de diciembre de 2014

FIN DE UN CICLO POLÍTICO, COMIENZO DE UNA NUEVA ÉPOCA

El propósito de estas columnas es aportar a la tarea conjunta de pensar la situación de la comunidad, pero no desde una óptica de competencia periodística, sino desde la perspectiva de los principios y valores del arte de conducir y liderar. Por lo tanto, sin prejuicios elitistas, se  dirige a los emprendedores en los diversos campos de actividad, con un tono político general que analiza la plataforma sobre la que se desenvuelven todas su acciones, aún las que parecen más técnicas. Hecho paralelo a dilucidar las previsiones y planes que no sólo faciliten el crecimiento en el presente, sino el desarrollo  futuro del país. 

Esta labor no se limita a comunicar o difundir encuestas electorales y operaciones mediáticas, a menudo afines a quienes las encargan, sino advertir sobre los síntomas que indican transformaciones o cambios en la capacidad de representación y de representatividad en el seno de la sociedad, la cual evidencia un giro ¿coyuntural? de lo estratégico o lo táctico.
Este giro innovador en los procedimientos políticos, está dificultando la promoción autosostenida de referentes nacionales. Mientras destaca la expectativa con eje en la disputa “distrito por distrito”; mediante armados que amalgaman líneas distintas, pero de similar compromiso en el progreso local y presencia real en el terreno de acción. 

Pareciera que, fuera de las tesis ilustradas que suelen llegar tarde, esta vez la renovación viene por la vía reveladora del despliegue territorial y la trayectoria de los líderes comunitarios, practicantes de una democracia cercana y participativa muy eficaz en la solución concreta de los problemas del ciudadano y el vecino. Se cumple así una regla histórica según la cual “las fuerzas políticas se fortalecen cuando se depuran a sí mismas”, no por la imposición de nadie, sino por obra de la convicción de quienes no temen corregir errores, más allá de los discursos, con su obra perseverante y amplia convocatoria.

En cuanto a la campaña nacional, que empezó prematuramente y quizás por ello se ha tornado tan larga, tediosa y desgastante, no se activará por las rencillas banales, las discusiones ociosas o la apelación a los episodios de la farándula. Ya que, en el tiempo, estos recursos de impacto circunstancial pueden acarrear desprestigio a los dirigentes que eligen la actuación virtual sobre la acción real. La cuestión que se dirime, sin embargo, no es superficial sino profunda, y atañe a evitar el vacío político y programático, para planificar el desarrollo de nuestro potencial como garantía de prosperidad conjunta y realización del porvenir. 

Nuestra decisión es por la definición estratégica de la política, reconstruyendo la organización de la comunidad por el único lugar factible en el llamado “fin de ciclo”, para que se convierta en el principio de una “nueva época”, donde la posible paridad se fuerzas llevará a profundizar todas las formas de diálogo y concertación. Esto quiere decir que “gane quien gane” de los postulantes probables, que aún no demuestran diferencias cruciales, tendrá que completar la transición del 2014 con la transición del 2015. 

Porque, a pesar de tentaciones individuales o entornos cerrados, enfrentará la responsabilidad directa e impostergable de consensuar un núcleo fundamental de “políticas de estado”, sin excluir ninguna expresión valedera de la pluralidad argentina. Por lo demás, no nos cansaremos de predicar la unión nacional, que debe realizarse sin diluir las identidades partidarias, para que sean, precisamente, concurrentes orgánicas y sostenedoras operativas del acuerdo superador. [10.11.14]





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