El
propósito de estas columnas es aportar a la tarea conjunta de pensar la
situación de la comunidad, pero no desde una óptica de competencia
periodística, sino desde la perspectiva de los principios y valores del arte de
conducir y liderar. Por lo tanto, sin prejuicios elitistas, se dirige a
los emprendedores en los diversos campos de actividad, con un tono político
general que analiza la plataforma sobre la que se desenvuelven todas su
acciones, aún las que parecen más técnicas. Hecho paralelo a dilucidar las
previsiones y planes que no sólo faciliten el crecimiento en el presente, sino
el desarrollo futuro del país.
Esta labor
no se limita a comunicar o difundir encuestas electorales y operaciones
mediáticas, a menudo afines a quienes las encargan, sino advertir sobre los
síntomas que indican transformaciones o cambios en la capacidad de
representación y de representatividad en el seno de la sociedad, la cual
evidencia un giro ¿coyuntural? de lo estratégico o lo táctico.
Este giro
innovador en los procedimientos políticos, está dificultando la promoción
autosostenida de referentes nacionales. Mientras destaca la expectativa con eje
en la disputa “distrito por distrito”; mediante armados que amalgaman líneas
distintas, pero de similar compromiso en el progreso local y presencia real en
el terreno de acción.
Pareciera
que, fuera de las tesis ilustradas que suelen llegar tarde, esta vez la
renovación viene por la vía reveladora del despliegue territorial y la
trayectoria de los líderes comunitarios, practicantes de una democracia cercana
y participativa muy eficaz en la solución concreta de los problemas del
ciudadano y el vecino. Se cumple así una regla histórica según la cual “las fuerzas
políticas se fortalecen cuando se depuran a sí mismas”, no por la imposición de
nadie, sino por obra de la convicción de quienes no temen corregir errores, más
allá de los discursos, con su obra perseverante y amplia convocatoria.
En cuanto
a la campaña nacional, que empezó prematuramente y quizás por ello se ha tornado
tan larga, tediosa y desgastante, no se activará por las rencillas banales, las
discusiones ociosas o la apelación a los episodios de la farándula. Ya que, en
el tiempo, estos recursos de impacto circunstancial pueden acarrear
desprestigio a los dirigentes que eligen la actuación virtual sobre la acción
real. La cuestión que se dirime, sin embargo, no es superficial sino profunda,
y atañe a evitar el vacío político y programático, para planificar el
desarrollo de nuestro potencial como garantía de prosperidad conjunta y
realización del porvenir.
Nuestra
decisión es por la definición estratégica de la política, reconstruyendo la
organización de la comunidad por el único lugar factible en el llamado “fin de
ciclo”, para que se convierta en el principio de una “nueva época”, donde la
posible paridad se fuerzas llevará a profundizar todas las formas de diálogo y
concertación. Esto quiere decir que “gane quien gane” de los postulantes
probables, que aún no demuestran diferencias cruciales, tendrá que completar la
transición del 2014 con la transición del 2015.
Porque, a
pesar de tentaciones individuales o entornos cerrados, enfrentará la
responsabilidad directa e impostergable de consensuar un núcleo fundamental de
“políticas de estado”, sin excluir ninguna expresión valedera de la pluralidad
argentina. Por lo demás, no nos cansaremos de predicar la unión nacional, que
debe realizarse sin diluir las identidades partidarias, para que sean, precisamente,
concurrentes orgánicas y sostenedoras operativas del acuerdo superador. [10.11.14]
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