domingo, 25 de marzo de 2018

7. LA ESTRATEGIA Y EL CASO CONCRETO



7. La estrategia y el caso concreto

La aplicación del arte  a la situación

La estrategia se aprende para aplicarla a la realidad, porque es un arte de ejecución. El estratega no es un mero observador ni un simple comentarista de hechos producidos por otros actores protagónicos. Es un creador que se desenvuelve en las circunstancias de espacio y tiempo donde se juega el destino de la comunidad. “Vivir una situación” significa precisamente, estar en medio de las múltiples tensiones, presiones y riesgos que la definen, impulsando la toma de decisiones operativas y tácticas más adecuadas.

Una coyuntura determinada representa una escena más de una larga sucesión histórica, por lo cual cada situación presente tiene una situación precedente y una situación consecuente, que finalmente se integran y deben evaluarse en conjunto: porque no hay causa sin consecuencia y viceversa. Ver sólo el marco actual, como surgido de la nada, suele ser una maniobra distractiva de los responsables de errores y contrastes. De allí el axioma que afirma que “el tiempo es el padre de la verdad”, porque descubre las razones ocultas del comportamiento de los dirigentes y cuadros comprometidos en cada etapa y su balance de resultados.

Otra maniobra distractiva es plantear luchas extremas, de cumplimiento imposible, para negar la autocrítica imprescindible al mal desempeño político o la gestión ineficaz. Hay que eludir obviamente el riesgo de estos extremos peligrosos, porque en el fondo son resabios sectarios y foquistas con propuestas para aventuras dictatoriales de cualquier signo ideológico. Por el contrario, la democracia es perfectible si participa, no una minoría “iluminada”, sino el conjunto del pueblo como sujeto histórico; cada quien con el método a su alcance, configurando una lucha popular persistente y casi siempre victoriosa.

El “caso concreto”, además de ser motivo de la aplicación del arte, se libra de las teorías dogmáticas. Y brinda la posibilidad de adaptarse, actualizarse e innovar, al analizar objetivamente cada problema y resolverlo en sí mismo, como condición para continuar. En esta trayectoria de obstáculos y avances, se da la aparición de los nuevos líderes, que van estimulando su propia percepción de una conducción participativa y solidaria. Bautismo de fuego de una “generación de reserva y relevo” que se suma con aportes específicos a la conciencia nacional práctica, no abstracta. 

Las nuevas formas de expresión, organización y representación

En realidad la política, que no es una actividad productiva, se justifica moralmente cuando atiende a las demandas del conjunto social. Esto conlleva armonizar los objetivos colectivos en función del bien común. De allí la ayuda que presta la obcecación adversaria, cuando sus dirigentes se manifiestan despectivos, reaccionarios y sólo preocupados por sus negocios personales. De esta manera reivindican lo político por el absurdo de la “pospolítica”, y destacan la  necesidad de verdad por sus “logros invisibles” y discursos incomprensibles.  

La respuesta que ello genera en el campo nacional se llama “participación popular directa”, con una guía sencilla de acción, basada en un trabajo de equipos desplegados, lugar por lugar. Equipos eslabonados capaces de elaborar, predicar y dialogar hacia nuevas formas de expresión, organización y representación. Una estrategia para superar los espacios de ineptitud de los viejos y nuevos partidos del “sistema”. Por esta razón la impronta movimientista evitó la reducción del peronismo a partido laborista, socialista o liberal; a pesar del esfuerzo permanente de los “tránsfugas“, como los llamaba el General. 

No se trata de marchar en esquemas rígidos, ni de permanecer en posiciones estáticas,  sino de defender novedosamente el territorio de pertenencia, sin quedar vulnerables a los golpes previsibles de un adversario que nos consideraría inmóviles o “rejuntados”, y por lo tanto inermes. Por eso nuestras escuelas de capacitación deben ser prácticas, discretas y reubicables. Todo aquello que ofrezca un “blanco fijo “, como enseña la historia, será dividido o destruido, en la agudización lamentable  de la protesta social y las movilizaciones de reclamo.

El modo de control y la fiscalización operativa que corresponden a los niveles de conducción tienen que garantizar la libertad y flexibilidad de nuestros procedimientos. Y lo harán progresivamente de forma menos piramidal y más comprometida voluntariamente. En este aspecto, Perón recusa al “caciquismo”, como esquema primario de ejercer un mando discrecional sin asesoramiento orgánico. Y anticipa la evolución en el arte de conducir por la formación profesional, política y social. Lo hizo en miles de escuelas que cubrieron nuestro despliegue territorial, colaborando con la integración y el desarrollo del país, mediante organizaciones autogestionadas más numerosas y mejor preparadas. Tarea que hay que retomar seleccionando y eligiendo dirigencias honestas, lúcidas y transformadoras.

La información y la comunicación 

La unidad de acción, más difícil en los despliegues descentralizados, que en los concentrados requiere por ello un esfuerzo especial que resulta clave para el éxito. En principio la información política debe ser “suficiente”, a fin de no actuar con visones parcializadas de la realidad, evitando sus consecuencias divisivas en la “coordinación” de toda la organización. De igual modo, tiene que ser “objetiva” y profundizada, eliminando las interpretaciones superficiales o la acción psicológica contrapuesta.

Igualmente, requiere un carácter “permanente” sin vacíos informativos; y funcionar “recíprocamente” hacia y desde la base en un intercambio enriquecedor y que descarte la manipulación de personas o grupos interesados. Perón aclara a este efecto que “la conducción procede tan bien como informada esté: porque la información, de naturaleza estratégica o táctica, en el caso concreto de un conflicto, ya es “poder”.

En cuanto a la comunicación deviene un factor determinante de la posibilidad de desconcentrar y descentralizar equipos, sin perder contacto con ellos y evitando  un impacto dispersivo. Por eso se sabe que “sin comunicación no hay conducción“, precio que implica “vencer al espacio”, particularmente en una beligerancia prolongada y de múltiples manifestaciones sociales y políticas. 

Si bien los medios técnicos son importantes en el tráfico de comunicaciones, lo esencial permanece en el corazón de las personas: por la amistad; la adhesión sincera a los ideales de la doctrina; y el compartir con lealtad los mismos propósitos de militancia. Hay así una ”comunicación interior” que puede superar la diferencia de una tecnología sofisticada.

Economía de esfuerzos y reunión para la decisión

En la dinámica de los conflictos no es obligatorio se siempre más fuerte, cuando se trata de episodios secundarios. Pero la mayor fortaleza es imprescindible en el momento y el lugar donde se va producir la “decisión “. Esta exige una “economía de fuerzas” o “principio de masa”, porque empeña la totalidad de nuestra energía acumulada. Implica la facultad de “hacer la fuerza”, reuniendo la mayor cantidad de medios y recursos disponibles, porque en una batalla principal se juega la suerte de las concepciones enfrentadas. 

Significa obviamente que la negociación o concertación de las diferentes posiciones fracasó, y que del resultado de las operaciones saldrá un nuevo margen, favorable o desfavorable, para retomar la mesa de la diplomacia y el diálogo. Cuando se tocan grandes intereses no hay concesiones gratuitas, salvo las que se perfilan, como el Caballo de Troya, para luchar por dentro del oponente ingenuo o desinformado.

La prolongación y complejidad de las contiendas por la soberanía, la independencia y la justicia demandan  la aplicación del “principio de continuidad en el esfuerzo”; definiendo no sólo los objetivos principales, sino también los objetivos intermedios. Ellos se ubican dosificadamente sobre el eje de avance, para guiar y regular la marcha, acercando la consecución de  la meta, pero sin abandonarla nunca.

Lo expuesto en este capítulo de aplicación puede conjugarse en tres aspectos inviolables:
-          Estar bien informados
-          Mantener la discreción sobre nuestros planes
-          Y tratar de obtener sorpresas tácticas, de gran utilidad en el arte de conducir.

Un fuerte abrazo, Julián Licastro

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