viernes, 23 de abril de 2010

Bicentenario: reflexiones sobre la participación civil


Las horas emocionales y las horas reflexivas

Se aproxima las fecha celebratoria del bicentenario que preferimos no considerar en el simple expediente del tiempo transcurrido desde el 25 de mayo de 1810, con un criterio simplemente cuantitativo de “años cumplidos”. Resulta más sugerente hacerlo volviendo la mirada al “día del nacimiento” patrio; porque esta perspectiva de análisis nos permite considerar sus causas y motivaciones fundacionales, y comprender las esperanzas proyectadas en un destino imaginado de libertad y grandeza.

De este modo, sin menoscabo de nuestra identidad nacional, podremos repensar críticamente los factores de frustración o desencuentro que nos demoraron en sendas sinuosas o desvíos, respecto a los grandes objetivos postulados por nuestros próceres. Ocurrió que perdida la meta, perdimos también el camino, lo cual exige ahora volver a orientarse para retomar la dirección de avance. El rumbo está señalado, sin duda, por los mismos principios y valores del alumbramiento de hace dos siglos, cuyo significado en el contexto histórico es irrevocable.

Debemos hacerlo, sin abandonar nuestras tendencias políticas, pero por encima de las ideologías y los partidos; o mejor dicho: amalgamando los elementos más positivos de nuestro haz de líneas de pensamiento y acción existentes en una realidad que nos incumbe a todos por igual. En tal instancia, lo único imperdonable es la falta de participación y compromiso en el quehacer ciudadano, que siempre nos afecta y determina, aunque algunos pretendan aislarse y demostrar indiferencia.

En la trama social de las agrupaciones humanas, la decadencia se manifiesta acompañada de una subcultura del pesimismo y el individualismo, porque esta mentalidad se permite negar el optimismo de la acción para no involucrarse en la tarea de transformación pendiente. Por esta razón, la peor crítica política es la de aquellos que no hacen nada; mientras que, en cambio, la mejor crítica es la de aquellos que piensan libremente y hacen lo que deben, y por lo tanto merecen ser escuchados en sus opiniones y reclamos.

La libertad como derecho y como deber

La condición del hombre es el pensar; la condición del pensar es la libertad; y la condición de la libertad es la búsqueda de la verdad. De allí la sentencia bíblica: “sólo la verdad os hará libres”, porque la mentira somete y esclaviza; y ella suele hacerlo con el mecanismo de presentar como un bien general aquello que es meramente el interés particular de los grupos de especulación y dominio.

Hoy las malas artes de la sofística, ya develadas por la prédica de los filósofos clásicos de la antigüedad, se manifiestan en los modernos monopolios mediáticos controlados finalmente por los círculos de poder económico y financiero. Ellos “fabrican” supuestos liderazgos, funcionales a sus objetivos de influencia y presión, mientras difaman o ignoran a los dirigentes honestos que los enfrentan. Surgen así los falsos líderes que terminan desmintiendo sus promesas sociales y por ello, tarde o temprano, reciben el rechazo y la resistencia democrática del pueblo.

En la acción política, superar esta situación exige recuperar niveles significativos de participación civil, para “saber de que se trata” y generar fuerza de impulso tras las alternativas y propuestas correctas. Por definición, esta gravitación participativa no es un hecho individual sino una acción referida al sector donde legítimamente coincidimos, lo que ímplica evolucionar del individualismo inoperante a formas articuladas de organización en la base comunitaria.

Entramos así en el tema de la capacidad de convocatoria de los referentes comunitarios, como modo de reencontrar la credibilidad y la confiabilidad de la polis, que han extraviado las burocracias partidistas encerradas en su propia opacidad. Es un acto reinaugural de la república y de la democracia, que renacen al retomar su voz la opinión genuina de la gente, que se expresa en la palabra persuasiva, se sostiene en el diálogo abierto, y se perfecciona en el debate sincero y constructivo que nunca hay que clausurar.

Gobernar con el pueblo

La democracia ha sido definida como el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo; sin embargo está en crisis de representación y representatividad a causa de una intermediación política poco transparente y nada eficaz. Ante estas circunstancias que día a día se agravan, cuotas de poder, en la práctica social cotidiana, revierten al seno de la sociedad, pero en los términos caóticos de transgresiones y desbordes por la ausencia evidente de espíritu de convivencia y control democrático.

La gente advierte preocupada esta anomalía institucional y paulatinamente se siente agraviada por una anarquía que no favorece a nadie. ¿Cómo se hace entonces para aprovechar la percepción de un poder propio, que tiene que utilizarse para bien, reformando el sistema a favor de todos? La respuesta es precisamente una mayor participación civil que califique a la democracia por su capacidad de gobernar con el pueblo atendiendo sus opiniones, reclamos e iniciativas de la manera más directa posible.

Es una operación al principio minoritaria, de grupos y sectores más conscientes del potencial objetivo que entraña el saber participar, pero luego se convierte en un cambio de actitud a escala social. Este cambio es imposible de realizar sin el surgimiento paralelo, en cantidad y calidad, de líderes comunitarios integrados en la lógica propia de un movimiento que propague con contundencia las manifestaciones de la base. Por ello estos líderes naturales tienen, antes que nada, que inspirar confianza y adquirir prestigio para lograr el desarrollo de su acción, al margen de las pequeñas disputas de partido y de la frivolidad mediática.

Una verdadera militancia de participación requiere “tomar parte” en la realidad tal como se da, sin excesivas añoranzas nostálgicas de “tiempos que fueron mejores”, ni pronósticos apocalípticos que atemorizan y paralizan toda actividad. Se trata, no sólo de neutralizar las corrientes negativas y desmoralizantes que nos agobian, sino de conducir a franjas crecientes de la sociedad civil desde miles de posiciones activas de liderazgo comunitario; y ayudando a vencer la decadencia democrática con la incorporación de fuerzas nuevas, creativas y de reserva.

Asumir la iniciativa

Por lo demás, el concepto de “poder” se vacía de contenido ético cuando no se afianza en una autoridad legítima y eficaz, en cada jurisdicción del país y en cada institución del estado de derecho: ya que en la verdadera acción política se juegan principios morales porque están en conflicto cuestiones vitales de la condición humana. Por eso, volcar la situación sobre el molde de un plexo de valores y buenos ejemplos, produce la consiguiente extensión del radio de contención de los nuevos líderes, dando no sólo más número sino más fuerza al movimiento social, porque éste acumula la energía que se produce cuando se trabaja seriamente en organización y conducción.

Un movimiento es acción multiplicada por el método de su realización en un escenario social determinado. Es fuerza activa que construye poder, o no es un movimiento. Éste es el sentido político de la militancia de participación, al margen del carácter cerrado y fragmentario de supuestas “vanguardias” burocráticas. La clave organizativa no es compleja, porque la propia problemática que se vive, al madurar la crisis, va proponiendo naturalmente objetivos y acciones a quienes están resueltos a asumir la iniciativa.

El ciclo histórico dicta así sus tendencias apropiadas a los nuevos componentes políticos, que las deben asimilar y asumir sus consecuencias. Este aprendizaje sobre la marcha de los acontecimientos, tiene que reflejarse simultáneamente en la ampliación del frente de acción, descartando la rémora del sectarismo que agotó, precisamente, a la etapa anterior. Por esta vía, y cuando ya exista una masa crítica de cuadros, se operará el recambio, pero no impulsado por la mera ambición de cargos y prebendas, sino con conciencia de aporte a la reanudación del proyecto nacional, que es lo que colectivamente importa y queda en la historia.

La cooperación mutua de las distintas generaciones

Liderar es dar vida a las formas orgánicas de la actividad política o social, por obra de la presencia decisiva de aquellos que tienen la fuerza espiritual y el talento necesario para evitar la rutina y la mediocridad de las estructuras inertes. Esta fuerza, que algunos llaman “carismática”, comienza a gestarse en un núcleo de creencias y convicciones, íntimas y poderosas, que se irradian a los demás como prolongación inconfundible del alma de la conducción.

Sin embargo, expresar “lo nuevo” y tener la vocación de consagrarlo en una reforma profunda de la actitud comunitaria, nunca es obra de un “partido de la juventud”, porque supone un proceso largo que exige constancia para persistir en el tiempo. Luego, la clave está en la organización, y en el enlace de las distintas generaciones, sumando las virtudes y neutralizando los defectos inherentes a cada una de ellas. De la generación juvenil su empuje y entrega pero evitando la intemperancia; de la generación intermedia su capacidad organizativa pero evitando las tendencias burocráticas; y de la generación veterana su experiencia y prudencia pero evitando el escepticismo.

Los pueblos constructores de grandes naciones, lo hicieron así, por encima de todas sus penurias y contrastes, porque siempre creyeron que lo mejor de su historia era lo que estaba por venir. Sin esta expectativa creadora hubieran percibido el futuro como una fusión de obstáculos y amenazas, y habrían perdido la virtud cardinal de la esperanza, que tiene el don de aligerar el camino con entusiasmo y fe.

3 comentarios:

  1. Muy interesante su artículo porque revaloriza la militancia y la conducción alentando a la participación para reencontrar el rumbo y construir una gran nación.

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  2. Muchas gracias por el aporte siempre corto y claro un gran abrazo y siempre a tus ordenes

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  3. "no preocuparse.... es bueno seguir perfeccionando la profesión independiente que tengamos…, darle vuelo internacional,.... “mejor prevenir que curar...”. posiblemente si todo sigue en esta pendiente... habrá que emigrar buscando un entorno vivible. ...


    Los “concentradores de poder” no son mas que parte de esta sociedad, cuyo termino medio, es completa absoluta y extremadamente mediocre, o sea, entre otras cosas, sin profundos y arraigados “a fuego” patrones de conducta noble, ética, códigos, estamos en el pais de lo superfluo, rápidamente removible o cambiable de acuerdo a “como venga la cosa....”.



    Nada cambiara,... si, puede que se atenúe si apareciera gente menos.. ¿perversa intelectualmente?... o mas tranquila, pero el fondo, es igual, para quien dirija.. para el Sr. que salio con la cacerola en su momento... para el limpiavidrios de la esquina, para el empresario, su descendencia, para el trapito.... todos esos, con, ”el poder”.... habrá que ver si no hacen cosas similares... Es lamentable.



    Es lo que desde la colonia, de una u otra manera, se ha ido gestando, perfilando, lo que el medio incidió en el estilo (recordemos, que “un hecho u acción que se manifieste continua, repetidamente, persistentemente, que sea percibido por el ser humano, lentamente modifica el funcionamiento químico del cerebro, que, a la larga, termina logrando modificaciones físicas definitivas…”)



    Así se gesto el origen de nuestra…. ¿Nacionalidad?.

    No es para deprimirse, tiene arreglo.... depende de que aparezca gente noble de espíritu. a partir de allí, con políticas sociales claras, la gente se alinea, la gente es muy vulnerable a los medios..... y muy priorizadora de lo material, del bolsillo... antes que cosas mas importantes. Que a mediano plazo, “hacen, al bolsillo”.


    Entiendo, que de todo lo expresado, se desprede que, seria promisorio y profundamente patriotico, cpmenzar a trabajar, para formar un individuo nacional, que se sienta ciudadano, comprometido con el pais, con la nacion, para que de sde alli, se logre impulzar gente intelectual y politicamente sana hacia los estratos superiores de dirigencia de esta sociedad.
    Alguien deberia dar el primer paso, para que podamos salir de este "pantano" de especulaciones, mentiras, estrategias y otros elementos o herramientas utilizadas casi cinicamente para mantener una falsa reralidad. Y no asi, no engrandecer una nacion.


    J.E.P

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