Clase IV
“VIGENCIA Y ACTUALIZACIÓN
DE LA TERCERA POSICIÓN”
Principales conceptos
- La concepción de la tercera posición nace de un pensar estratégico “situado” en nuestra realidad, para servir los intereses argentinos permanentes.
- El “sujeto histórico” de esta visón geopolítica es la comunidad nacional, cuya doctrina prevé la evolución del nacionalismo al continentalismo y luego al universalismo (no al mundialismo de las corporaciones).
- Ya en 1953 esta concepción propuso la integración de Suramérica a partir del proyecto ABC con los grandes estadistas: Perón por Argentina, Vargas por Brasil e Ibáñez por Chile.
- Y en 1957 celebró como propia la firma de los Tratados de Roma, entre la Francia de De Gaulle, la Alemania de Adenauer y la Italia de De Gaspari, gérmen de la Unión Europea (UE).
- Ambas acciones surgen de la unión cultural sedimentada en valores superiores y orientan la integración económica fortaleciendo a los Estado nacionales. La clave: proyectarse juntos hacia el exterior ante los imperios de postguerra (Washington y Moscú).
- Estos imperios fracasaron al prometer un nuevo orden internacional equitativo y justo, culminando en la codicia desbordada del llamado “capitalismo salvaje” (Juan Pablo II) y el totalitarismo soviético del “capitalismo de Estado”.
- La unión económica basada en la integridad de los Estados fue declinando hasta ser infiltrada primero y sustituida después por una economía dominante, arbitrada por las corporaciones transnacionales.
- Entre las décadas del 80 y 90 la decadencia política general consideró al mundialismo económico y la globalización tecnocrática un determinismo inmodificable y no una alternativa derivada de relaciones de poder, por el predominio del gran mercado financiero y las nuevas tecnologías.
- Los partidos “conservadores” trataron de asumirla a expensas de convertirse en neoliberales, y los partidos “socialistas” acompañaron el proceso al precio de transformarse en meros moderadores de sus peores efectos y no en verdaderos reformadores del régimen.
- Esta abdicación de las burocracias políticas de las competencias fundamentales de los gobiernos y Estados nacionales, agravó la crisis de representación y representatividad del sistema institucional formal de la democracia no participativa.
- La “clase política”, impotente para modificar esta situación, se aisló cada vez mas de las necesidades y aspiraciones ciudadanas y, encerrada en sí misma, tejió una trama oscura de interese espúreos y corrupción impune.
- La desigualdad impuesta por las maniobras del ”tecnocratismo” y el “burocratismo”, como se da en Bruselas, sede de la UE, amenaza ahora lo básico del sistema democrático; y genera por “ derecha “ o “izquierda” nuevas organizaciones que articulan el descontento popular, aún con coaliciones endebles (Podemos; Ciudadanos; Cinco Estrellas; Syriza; etc).
- El fenómeno se expande en todos los países, con corrientes aislacionistas y separatistas como observamos, entre otros, en Inglaterra (Brexit), Francia, Italia, España, Grecia, Alemania, Austria e incluso Estados Unidos.
- Por tal razón, el “sujeto jurídico” para efectuar las reformas necesarias, al sistema institucional, sin caer en aventuras riesgosas, es el Estado nacional; que debe abrirse a la participación de la sociedad, desechando las estructuras cerradas e insensibles y la tentación autoritaria.
- La máxima responsabilidad es política, no técnica, para estimular el desarrollo real e integral, y no el “rescate” falaz de la usura financiera, hipotecando el futuro con empréstitos.
- La sabiduría de la gran política y no la ignorancia de la “pospolítica”, tiene que persuadir, dialogar y concertar, para convertir la adversidad en acicate de la conciencia colectiva y mejorar la práctica social interna.
- La unión, pacificación y estabilidad del país es siempre el recurso estratégico más importante.
- Desde este cimiento debemos concentrarnos en como aprovechar las oportunidades que los cambios de ciclo plantean, para implementar una diversificación productiva sustentable e inclusiva, con peso regional y presencia internacional.
- El desorden mundial con aumento de la conflictividad política, económica, militar, migratoria y étnica exige una agenda exterior con énfasis en el interés nacional, sin funcionarios de mentalidad dependiente (sumisos a la “colonización pedagógica” que señala Jauretche).
- Esta agenda, consensuada parlamentariamente, debe proteger nuestros valores e intereses esenciales en los acuerdos internacionales y ser especialmente cauta en los llamados “tratados de libre comercio” con asimetría económica.
- Nuestro eje principal es: la soberanía política con cohesión territorial y sin alineamientos automáticos; la independencia económica razonable y con impulso al desarrollo científico-tecnológico propio; la cultura del trabajo y la justicia social; y el respeto a los derechos fundamentales de las personas y los pueblos.
- Es el momento de aprovechar el resurgir del “proteccionismo” que se está verificando incluso en los países más desarrollados, para repatriar capitales argentinos en el extranjero, con atención a un criterio productivo y no especulativo.
- Agregar valor a nuestras exportaciones agrarias y asociarse eficazmente con las corrientes de intercambio que amplíen la matriz productiva y potencien nuestro desarrollo industrial.
- La Argentina tiene un gran potencial por su posición geográfica, producción alimentaria, reservas acuíferas y desarrollo nuclear que la habilitan para una diplomacia superior. En este contexto, reafirma su vocación por la paz regional y mundial, y su destino de tierra de promisión.
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