8/ 2015
Reflexionando sobre la cuestión electoral
EJERCER LA
DEMOCRACIA, AFIRMAR LA REPÚBLICA
Un proceso
electoral prolongado, con exceso de listas de candidatos, puede saturar la
atención ciudadana sin consolidar los liderazgos necesarios para la próxima etapa. Por eso es importante repasar
conceptos esenciales que estimulen el ejercicio plural de la democracia y a la
vez defiendan la integridad de la república
que es indivisible.
Entre estos
conceptos hay que distinguir “lo político” de “la política”, donde lo político
es el todo que abarca lo profundo del relacionamiento colectivo; y la política
es la parte instrumental, criticable cuando se extravía tras los intereses
personales de los dirigentes.
La comunidad
constituye el marco histórico del desarrollo institucional: tiene causas y
efectos políticos que no pueden soslayarse. En este aspecto, “lo apolítico” en
rigor no existe, ante el entramado del
“nosotros social” y sus múltiples ramificaciones. La política, en cambio, es la
dirección circunstancial aplicada al gobierno, la cual no siempre se ejerce con
equidad y eficacia.
Ella resulta
especialmente cuestionable cuando trasluce intereses espúreos de personajes
asociados para delinquir con la cobertura de la estructura estatal, que
pertenece a todos. Y acaparan potestades
públicas, al margen de las excusas ideológicas, atentando contra el bien común:
sea con falsas promesas, reivindicaciones ficticias, negación de información
oficial y maniobras de corrupción.
Revertir
esta deformación crónica insumirá tiempo y constancia, empezando con la tarea
de quienes se consideren partícipes y testigos de su comunidad de pertenencia.
En ella el individuo suele estar más atento y arraigado, por la influencia
local ineludible que marca su identidad. Fenómeno social envolvente que hace
que “nadie pueda realizarse en una comunidad que no se realiza”.
La soledad que acecha al individualismo, suele presentar un
punto de inflexión respecto del ánimo egoísta que aísla y aliena. Hito de transformación
que indica un vuelco hacia la “voluntad de conciencia” y el deseo de acceder a
los valores solidarios para combatir la inercia de prácticas antisociales. El
nuevo impulso empieza cuando cada uno asume la responsabilidad de involucrarse desde
el primer escalón de su ámbito directo. Porque la suma paulatina de espacios
organizados hace a una construcción de contención poderosa, contra la
fragmentación caótica y la actitud indolente o agresiva.
Seguir con desgano los relatos ideológicos o mediáticos, sin
reaccionar frente a la realidad, equivale a consentir la caída de una comunidad
en parálisis decadente, donde las consignas se confunden y los buenos ejemplos desaparecen.
En una opción distinta, pensar con afán productivo es un camino factible para empeñar correctamente nuestras energías.
La acción positiva crecerá comprobando que se marcha acompañado por quienes
también saben llevar la iniciativa.
Lo principal es ir consensuando la estrategia integradora de
la comunidad, articulando los diferentes componentes de la sociedad civil y sus
organizaciones libres, con el apoyo de un Estado presente, pero no autista en
términos de “aparato” insensible. En la coordinación de Estado y Sociedad,
resultará imprescindible la descentralización por unidades territoriales,
municipales y regionales, que expresan una democracia cercana a las bases para
su mayor protagonismo.
La sociedad es la base del Estado, que debe servirla y no
traicionarla con funcionarios prepotentes que limitan su desarrollo. Por esta
razón, los reformadores eficaces de estructuras caducas tendrán que crear
conceptos válidos para una adecuada “toma de posición” con ideas y sentimientos
innovadores. En esta definición se concreta el paso previo y motivante de una
intervención comunitaria decidida en los problemas de acción pendiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario