JULIÁN
LICASTRO - “La única verdad es la realidad”
- Mientras se divulga el conocido escándalo de la vieja y nueva corrupción como sistema, por la intrincada red de coimas de la cartelización de la obra y los servicios públicos, dos hechos merecen destacarse. Primero, que los mismos responsables involucrados son medidos con la doble vara de su cercanía o no al Poder Ejecutivo de turno. Y segundo, que este mal espectáculo y lamentable ejemplo, sufrido por el pueblo en sus necesidades básicas insatisfechas, denigra a nuestra Patria, y ocurre en el tiempo real de los peores datos concretos sobre el riesgo país, el descontrol inflacionario y la fuga de divisas.
- La falta de inversiones productivas es su resultado terminal, temerosas de una situación inestable provocada por la visión externa de una “gran inmoralidad”. Esta realidad nos descalifica por encabezar los países que declinan su identidad nacional, al carecer de una mínima coherencia estratégica y cohesión geopolítica.
- La virtud de la decencia, que todavía anida afortunadamente en núcleos políticos, empresarios, gremiales y de funcionarios probos, corre el riesgo de afectarse en este estigma, a menos de responder con clara distinción al cohecho de cualquier signo y origen; y de elaborar propuestas superadoras y legítimas que eviten la autocracia mediante una línea de acción comunitaria, ecuánime y participativa.
- Los argentinos de bien la están esperando para orientar mejor su movilización pacífica, más allá de matices partidarios pluralistas, pero siguiendo siempre la vigencia histórica de sus principios fundantes.
Buenos
Aires, 11 de agosto de 2018.
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