domingo, 27 de agosto de 2017

EL CRECIMIENTO ORGÁNICO EN LA CRISIS



EL CRECIMIENTO ORGÁNICO EN LA CRISIS

El proceso de incorporación

En todos los ámbitos de actividad es vital fortalecer la organización donde participamos y que conforman los elementos cualitativos y cuantitativos afines a su propósito. Así avanza la marcha hacia la gran unidad que requiere el Movimiento. Lo hace en principio por pequeños grupos, basados en un instinto de sobrevivencia, con capacidad de sumarse progresivamente a instancias cada vez mayores con un perfil similar de ideales y motivaciones.

En una situación normal este proceso de incorporación, que nos pasa de la inacción a la acción, es más lento y está encuadrado por sus referentes habituales. Pero en circunstancias de emergencia, con conciencia del daño irreversible que supone “perder tiempo”, el entramado de enlaces se va operando espontáneamente y con mayor rapidez, por distintas iniciativas tendientes todas a mancomunarse en las tareas más urgentes. La sorpresa adversaria, casi siempre contra sus análisis prematuros, comprueba la rapidez de la reconstrucción de nuestras estructuras de resistencia y lucha.

Hay detrás de estas respuestas expeditivas, una tradición que no es “pasado” sino “experiencia”; y no se diluye tan fácilmente ante el arte menor del marketing publicitario. Máxime cuando éste reitera fraudes informativos de corto alcance. Cientos de operadores mediáticos esforzándose por ubicar al presidente en primera página y los titulares noticiosos, chocan con la sencilla paciencia de aquellos que no abandonan su misión en los conteos definitivos. Por otro lado, la descalificación que este mercantilismo hace de todo aquello que no sea oficialismo, juega en contra, porque en algún momento de sinceramiento político habrá que considerar las verdaderas reformas demandadas por el conjunto del país, y no sólo un sector.

No hacerlo, o hacerlo bajo cuerda con dirigentes venales, suena al tono tan criticado de imposición arbitraria; según lo están intentando ahora mismo que “van por todo”, desmantelando al Estado y privatizando sus funciones esenciales. Lo cual incluye inventar un “estadista” que quizás carece de las virtudes básicas: presencia sólida, rumbo definido, mentalidad no presionable y aptitud para manejar las variables concorde al bien común, y nunca al reparto para contentar ambiciones parcializadas y centrifugas.

El proceso de integración

El espacio orgánico de la militancia suele crearse de una expansión de la concepción política, madurada al ritmo de una ecuación histórica. Es causal no casual, aunque se subestime el papel de sedimentación estructural de la militancia territorial y social. Es un llamado perentorio que se hace oír en nuevas formas de expresión, articulación y referencia. Esta incitación, surgiendo de un lugar determinado, se reproduce velozmente en todos los demás núcleos con expectativas. La clave es no pretender adueñarse del nuevo ciclo que se inicia, para potenciar su trasmisión libre, difundida hasta el último linde del despliegue por “la comunicación que vence al espacio”.
De este modo, el pensamiento se va enriqueciendo y adaptando a todos los grupos con su respectiva idiosincrasia, que resisten los manuales de intervención centrista de las usinas de imagen. El impulso innovador se replica con notas propias de la geografía de pertenencia e incursiona con sabiduría de baqueano en el método mas apropiado para ir refundando el Movimiento lugar por lugar. Y para descartar progresivamente a los malos dirigentes partidarios y gremiales que defeccionan para acomodarse.

Hay una densidad de ideales y sentimientos que coinciden en un molde de presiones intensas, y lleva de la mano a coincidir en lo fundamental, dejando al costado la discusión de cargos electorales. Ventaja de la educación social de subsistencia que, bien encuadrada, evita a la vez la indolencia de la indiferencia y el atajo de la violencia desbordada. Tal cual lo enseñó Perón, y lo repitieron constantemente los predicadores leales que lo entendieron y lo amaron. Luego, queda poco lugar para reaparecer con “las vanguardias esclarecidas” que se reagrupan por suerte en otro punto.

Es posible entonces saltar de jerarquía, pero dentro del arte superior de la conducción, pasando de la incorporación a la integración, que es un proceso de mayor complejidad, donde se intercambian metodologías complementarias del ámbito político, social, técnico y cultural. Lo promueve una militancia de “libertad responsable” que recuerda los errores inspirados en una especie de castrismo sureño, con medidas efectistas pero no efectivas y resultado efímero.

El proceso de identificación

La intemperancia y la ira son malas consejeras, aunque tengamos razones para la indignación, lo cual evita el juego que esperan los grupos de interés, su procedimientos de facto y su corrupción a escala. Lo contrario para quienes queremos ser creíbles y confiables conteniendo la fuerza en sus posiciones tácticas y estratégicas más convenientes. La idea es mantener latente la presión ofensiva que promete éxito en el momento de la decisión, sin arriesgar en aventuras inciertas. Porque no se trata sólo de pelear, sino de ganar.

Todo vacío de autocontrol es un vacío de conducción que se paga con infantilismo y voluntarismo: armas viejas que no sirven,. Pero en el tiempo de preparación que resta, hay algo crucial que hacer, pasando de la incorporación y la integración al proceso cualitativo de la identificación plena con los principios, valores y criterios del Movimiento y su actualización de categorías estratégicas para acceder al gobierno y gobernar. Debemos encarnar al Movimiento con su mística originaria para evitar o moderar diputas menores, o divisiones por ambiciones de grupos y sectores. Tal el proceso reclamado en el legado de Perón, que significa convertir la politización numérica en “cultura política” afirmando las políticas de Estado, no de grupo, que nos vacunen contra la doblez y nos protejan de la infamia de los adversarios irracionales.

Buenos Aires, 26 de agosto de 2017.
Julián Licastro

lunes, 21 de agosto de 2017

LA UNIDAD EN EL MOVIMIENTO



LA UNIDAD EN EL MOVIMIENTO

Revelación política y continuidad en la lucha

Remarcando, como lo hemos hecho, la creación superior de la estrategia, corresponde nutrirla con los nuevos factores que generan las acciones tácticas de impacto relevante. No hacerlo sería congelar el pensar estratégico como “teorización”, sin incidencia operativa alguna. En la vía correcta, pues, un análisis que busque la verdad en sí, y no la ratificación cerrada de prejuicios, verá abrirse el nuevo horizonte de limitaciones y posibilidades que configura la continuidad de la lucha.

Un instante de clarificación nos dice que estos fragmentos electorales no constituyen el verdadero Movimiento, por su falta de rumbo y coherencia. Y al mismo tiempo, nos indica que ha llegado el momento preciso de plantear, con nuestras voces militantes, la superación de una larga crisis espiritual y orgánica que no subsanaron ni sus figuras más conocidas. Los últimos comicios, por ejemplo, no pueden valorarse por victorias o derrotas, sino en la visión más aguda de que hay un mundo político que muere y otro que nace, si sabemos albergar actualizadamente, y sin exclusiones a priori, los principios y valores de nuestra mejor esencia formativa.

Son un ocaso y una alborada fértiles, donde una renovada potencia de vida organizativa puede representar el comienzo de una gran tarea. Para ello, las aspiraciones individuales deben desplazarse del egoísmo estéril, a otra faceta más positiva de la condición humana encaminada por creencias profundas, gestos persuasivos y debates reflexivos. Actitud que tiene una esperanza ponderada en las diversas formas de participación social, basadas en la intención plena de intuición política del pueblo. Una propensión a “volver a ser en los valores”, porque ellos no sólo encarnan una identidad, sino una reafirmación definitiva en la fusión de lo sensible con lo trascendente.

No hablamos de los próximos dos meses, sino de los próximos dos años, donde nuestra inteligencia guiará la fuerza y la consolidará con los paradigmas de dignidad y justicia. Descartando los dualismos ideológicos que confunden y separan; e insistiendo en los hechos históricos que acentúan los fundamentos del sentimiento de patria. La decadencia de hoy no es la forma final del peronismo que sueñan nuestros adversarios cerriles. Lo más importante es lo que tiene que llegar si realmente “somos, sabemos y podemos hacerlo”.

La salida drástica del escepticismo

Siempre una parte de cada existencia discurre buscando las razones de su designio; y aún muchos mueren sin haberlas hallado. Es lo que Perón consideraba el pecado de “pasar desapercibidamente por la vida”. Por eso no nos culpemos demasiado de aquello que fuimos aceptando. Siempre ocurre así cuando la disciplina se degrada a sumisión, la adhesión se viste de obsecuencia o la medianía se disfraza de moderación. Lo primordial ahora es captar y difundir esta revelación insoslayable, que ya nos impulsa a vencer el desánimo de la frustración y la pesadez asfixiante del tedio y la impotencia. Nosotros no nacimos para “aburrirnos” cuando la alternativa es la lucha por la sobrevivencia nacional.

Tomar una iniciativa, comenzar a organizar y poner algo en funcionamiento. Esta metodología es parte de nuestro aprendizaje de alternativas creadoras: sabiendo que los constructores son más que los destructores, aunque no estén todavía al mando. Situación desgastante a reverti, planificando bien antes de obrar, porque en el obtuso mecanismo del subdesarrollo institucional, muchas veces un absurdo no invalida un error, sino lo consolida por la vía pasional de la obcecación impropia. Tal lo que esperan que hagamos nuestros rivales.

Las cualidades genuinas no pueden permanecer ocultas en los buenos militantes, porque ellas entrañan exigencias de representación a expresarse y cultivarse. Sólo así, con miles de nuevos referentes y predicadores, se producirá la salida drástica del escepticismo; que en caso contrario confirmaría nuestra decadencia. Una vez resuelta la cuestión de la “voluntad política”, con real vocación de poder, corresponderá neutralizar los obstáculos de las peleas necias, y el “orgullo” herido de los dirigentes que ya cumplieron en exceso su ciclo. Y también  sancionar la incapacidad de los ineptos crónicos, protegidos por el “amiguismo” y convencidos de sus virtudes inexistentes.

Comprenderse bien entre compañeros es absolutamente necesario ante el riesgo de divisionismo que fomenta la ingeniería pospolítica. Ellos son campeones en manipulación técnica e informaciones engañosas. Es lo único que saben hacer porque no ven, no escuchan y no sienten la realidad de la gente, que reducen a un factor numérico y de repetición serial, sin caracteres distintivos ni personales.

Planteo realista y  perspectiva histórica 

Nada de esto es fácil, porque conviven la tensiones de las múltiples contradicciones a las que hemos llegado, sin darnos cuenta a tiempo. Y empujados por un ajuste local, regional y mundial provocado por el caos de la economía salvaje. Para empezar a solucionarlo, hay que hacer un planteo realista de los problemas, señalando prioridades e indicando propuestas efectivas de acción. Sin resultados no hay respuesta, sino más discursos vacíos de contenidos originales.

Llega la hora de la verdad. Es la hora cúlmine de la comunicación y la solidaridad de los compañeros; donde el afecto fraterno nos impide ser extraños los unos a los otros, principio y fin de toda comunidad. La justicia, que da nombre a nuestra doctrina, es virtud y sabiduría; mientras la injusticia es vicio e ignorancia. Valga esta definición clásica como vaticinio de triunfo, ante una batalla principal que supere los procedimientos secundarios de la improvisación. Además, tenemos a nuestro favor la perspectiva histórica de la memoria colectiva del pueblo.


Buenos Aires, 21 de agosto de 2017.
Julián Licastro

LAS NUEVAS CATEGORÍAS DE ACTUALIZACIÓN DE NUESTRA CONCEPCIÓN ESTRATÉGICA



LAS NUEVAS CATEGORÍAS DE ACTUALIZACIÓN
DE NUESTRA CONCEPCIÓN ESTRATÉGICA

Crear nuevas categorías de actualización

Desde la época clásica a la moderna, la filosofía refiere la palabra “categoría” a los conceptos generales que ayudan a la razón a elaborar sus criterios. Pero esta definición académica corresponde unirla a la percepción popular de los desafíos que encara la persistencia orgánica de la comunidad. En consecuencia, más allá de lo táctico, es menester conjugar una mentalidad coherente y leal a nuestra concepción superior, porque la estrategia es el pensamiento previsor y coordinador de la vida colectiva, frente a las acechanzas de extinción.

A pesar de los problemas, Argentina ha ido consolidando una tradición capaz de evocar historia, invocar principios y convocar acciones. Todo ello, en una aspiración trascendente de valores fundamentales, cuya conciencia nacional se propone atraer la verdad, que no inventa sino descubre. Fuerza espiritual que acompaña a la dignidad para resistir con esperanza el temor a la pobreza, la pérdida del trabajo, y la inseguridad cotidiana como parte de un plan imaginado o consentido de cambio traumático o violento.

Retomar las virtudes de lo trascendente, no de lo efímero, significa voluntad de realización plena para rearticular la comunidad, hecho imprescindible incluso para concretar las aspiraciones personales. Porque aún lo individual, demanda la reflexión básica de la “filosofía de la vida” para reencontrar el sentido de la existencia, y del diálogo fundante de un mismo ámbito de pertenencia. Ningún otro lenguaje, y menos el idioma criptográfico de la tecnocracia, podrá satisfacer la indagación de las inquietudes humanas esenciales.

La verdadera política como servicio y construcción

De allí la inclusión comunitaria de la política, sentida como servicio y construcción, descartando el sesgo inmoral de la vieja y nueva manipulación. Porque ella aborta el esfuerzo de educación y capacitación con las dádivas de los recursos espúreos. Nada material tendrá éxito sin el nuevo mensaje comunitario de esta concepción existencial, lejos de la indiferencia social disfrazada de caridad proselitista y de la compra-venta de votos. Es la vieja historia que hemos padecido en los ciclos “posperonistas” que deformaron al Movimiento. Y ahora en la etapa de la “pospolítica”, como el reino virtual de las cosas superficiales, los esquemas reales de explotación y la idolatría de la plutocracia. La condición humana yace así sin rumbo, absorbida por los artefactos y reducida a la impiadosa clasificación de la gente como meros “usuarios”.

Mientras la cuestión nacional se reduce al esquema mercantil de los tecnócratas, extraños al sentimiento  patriótico, el “orden” mundial sufre las consecuencias de una penetración que subvierte Estados soberanos y desvanece sus fronteras. Aunque también registra la respuesta de corrientes numerosa que defienden la producción, el trabajo y el mercado de su país. No es el caso de copiar los caracteres específicos de estas experiencias en las más grandes potencias. Porque sabemos que hay nacionalismos de opresión y nacionalismos de liberación y desarrollo como el peronismo originario de la justicia social, la independencia económica y la soberanía política.

La tercera posición en la geopolítica actual

La perspectiva de la tercera posición excede sus inicios en la década del 40 frente a los conflictos sistémicos con los imperios de entonces. Hoy abarca también los conflictos asistémicos que protagonizan las corporaciones, y la disputa principal entre China y EEUU. Aquellas viejas alianzas, de un modo u otro, respondían a coincidencias culturales e ideológicas. En la nueva escena, la única verdad es la globalización asimétrica manejada por las transnacionales en el “capitalismo salvaje” y sin reglas.

Por tal razón, el postulado matriz del Movimiento fue, y sigue siendo, “la organización de la comunidad nacional como sujeto histórico”, constituido por el pueblo en su conjunto. Y no una “sociedad” de conveniencia, separada de las decisiones tomadas por magnates y oligarquías. Este fue el “escándalo” político que puso a todos los partidos tributarios del sistema, por derecha e izquierda, contra el General Perón.

El segundo postulado es institucionalizar “el Estado nacional como sujeto jurídico” sólido y eficaz, para contener los excesos del mundialismo financiero privado. Este proceso desmesurado, sin la menor “ética económica” no globaliza las ganancias sino sólo las perdidas, contra el derecho de los pueblos al desarrollo sustentable con equilibrio ambiental. Necesidad que impulsa una reforma estatal abierta a la participación de la sociedad, desechando las estructuras burocráticas proclives a la corrupción y el autoritarismo.

Finalmente, la proposición de establecer “la concertación productiva como sujeto social”, crea la base de sustentación equitativa, sin reiterar la “guerra” interna de precios y salarios que provoca los extremos de la pobreza creciente en un país pródigo, y la concentración de riquezas en la instancia terminal de la especulación a cualquier precio. Allí la crisis es mundial, con el retorno de tendencias divisionistas, aislacionistas y supremacistas, donde agonizan los valores de occidente representados por una Europa decaída. Lo que explica que ahora se analice tanto, en el aspecto filosófico, teológico y estratégico, las intensas convulsiones que agitan el Sur de América, hasta ayer desestimado como las tierras y mares del “fin del mundo”.

Por esta causa abrimos el debate sobre las nuevas categorías de actualización, y su aplicación por los cuadros formados solidariamente que detestan el divisionismo estéril. Ya que, en el desenlace de esta batalla de inteligencia y voluntad, se juega la desaparición de la Argentina, “desguazada” por grupos de negocios, o su renacer en una nación integral, soberana y señera.
                                                               
Buenos Aires, 13 de agosto de 2017.
                                                                                      Julián Licastro

ALGUNOS CRITERIOS PARA CUADROS EN LA ELABORACIÓN DEL PENSAMEINTO POLÍTICO a



ALGUNOS CRITERIOS PARA CUADROS
EN LA ELABORACIÓN DEL PENSAMEINTO POLÍTICO

Volver a empezar desde el comienzo

Hay crisis que por su gravitación histórica exigen volver a empezar desde el comienzo. Es una prueba de gran voluntad para grupos hermanados que se sienten responsables del porvenir y establecen un criterio de ejemplo personal, obligándose a “practicar lo predicado”. Esta actitud, tolerante con las ideas y sentimientos de buena fe, sólo excluye el tono irrespetuoso y agraviante, propio, precisamente, de las instancias de disolución social. La renovación de la esperanza así lo exige ante las adversidades de la vida y de la política, imponiendo la consideración real de los otros y la solidaridad efectiva con los compañeros más vulnerables. Es el primer paso para recrear estructuras básicas de contención por la confianza mutua, la paciencia común y el trato sencillo. Porque, sin ésta disposición espiritual, no habría condiciones mínimas para encarar las tareas necesarias.

La indagación inicial se refiere, sin duda, a nuestra identidad cuestionada desde siempre y hoy más que nunca por la “colonización mental”; esta vez con la fuerza arrolladora del mundialismo capitalista privado y los omnímodos instrumentos tecnocráticos de la globalización asimétrica. Situación que enfatiza reafirmar la vigencia de una concepción estratégica del país a mediano y largo plazo, innovando en procedimientos y metodologías, pero sin traicionar la base filosófica permanente sobre la que se apoya.

Por lo tanto, el pensamiento que nace como diálogo íntimo y profundo, entre dudas y certezas personales, se expresa luego como diálogo compartido y enriquecido con todos los compañeros, para constituir el motor de una nueva política. Unidad esencial en la diversidad de matices que amalgaman la intensa tradición política argentina. Esto es independiente de las formas subsidiarias con que, a su turno, las apliquen las distintas orientaciones partidarias. La diferencia, sin embargo, descartará por igualmente estéril el mero juego intelectual diletante, y la mediocridad de las campañas electorales.

Creación, prédica y tradición

El hombre es un ser libre dotado de lenguaje. Todo entendimiento entre personas debe percibirse en un intercambio convenido por partes iguales y equiparables; y sólo establecido en las convicciones estimuladas por la enseñanza de los grandes maestros y fundadores de movimientos de transformación nacional. Cuando ello ocurre idealmente se va conformando una doctrina coherente que unifica fuerzas y suma la masa decisiva para modificar circunstancias penosas de injusticia, opresión y explotación.

Esta doctrina vital, que surge en forma oral, y después se escribe para profundizarla, se articula mediante el sano sentido común del pueblo que la inspira y al cual se dirige. Y cuyo único riesgo sería congelarla como dogma cerrado a la dinámica vivificante de la realidad. Se trasmite entonces de generación en generación, consolidando una tradición en cuestiones de fondo y aceptando la autocrítica de las consignas esquemáticas que no sobreviven las coyunturas. Este pensar sabiamente pragmático dificulta la acción insidiosa de los “sabios ignorantes”, que suelen complicar lo simple, cundo no insertar sus teorías difusas. Cuestión siempre descubierta en poco tiempo relativo, según la escala de los ciclos de la historia. Porque la tradición, cuando se mantiene viva y presente en las claves del conocer popular, se afirma ante las defecciones preanunciadas, al recordar en su memoria colectiva las acciones simbólicas y ejemplares de sus maestros, héroes y mártires.

Todo esto obviamente se resiente con la indiferencia social, el individualismo  antiorgánico  y la corrupción de los falsos dirigentes que abundan. Sus discursos no existen o no se escuchan, porque han perdido credibilidad, sustituidos por insólitas campañas sin palabras, o con esquemas vacíos y repetitivos; que incluso se reducen a un acto de fe invertido: “tienen que seguir creyendo en mí, aunque los milagros prometidos salieron al revés” (inversión, inflación, déficit, trabajo y pobreza cero).

Fe y razón, ética y política

En el proceso evolutivo del conocimiento humano, fe y razón, siendo categorías deferentes, tienden a un punto que las refuerza mutuamente o, al menos, suaviza su antagonismo. Es lo que sucede, contrariamente, entre quienes no hablan de la corrupción pasada, y quienes no hablan de la corrupción presente, como dos ramas gemelas de una lógica perversa que “naturalizaría” la venalidad perpetua. Hoy, además, se busca la disolución de  los partidos para facilitar la manipulación de aquellos personajes que entran en el formato “actoral” de la televisión. Según este formato, no hay programas faranduleros que no sean también políticos; ni hay programas políticos que no sean también faranduleros. En tal escenario no hay tiempo para las ideas serias que serían tachadas de “aburridas”.

De esta forma, consentida por ciertos sectores medios, la cultura política cualitativa y reflexiva revierte a mera politización cuantitativa y pasional, negando el intercambio de propuestas compatibles con el acuerdo económico-social que demanda un país previsible y gobernable democráticamente. La “diversión” pues, concebida como “distracción” de los problemas esenciales, fuerza una agenda diaria de nimiedades, donde se prohíbe, directa y absurdamente, hablar de temas conflictivos.

Pero el verdadero entretenimiento puede venir, cuando, con un humor distinto y una mentalidad despierta, resulte atractivo reconstruir la comunidad civil para encarar entre todos la crisis que nos aqueja. Porque es obvio que hacen falta cuerpos organizados de reflexión, planificación y ejecución para sortear la improvisación del individualismo exacerbado y tránsfuga. Único modo de converger sobre los objetivos nacionales con el mayor consenso posible. Y a la vez, evitar que ética y política se sigan alejando sin límites, hasta comprometer definitivamente la convivencia argentina.
                                                                  
                                                                   Buenos Aires, 6 de agosto de 2017.
Julián Licastro