lunes, 21 de agosto de 2017

ALGUNOS CRITERIOS PARA CUADROS EN LA ELABORACIÓN DEL PENSAMEINTO POLÍTICO a



ALGUNOS CRITERIOS PARA CUADROS
EN LA ELABORACIÓN DEL PENSAMEINTO POLÍTICO

Volver a empezar desde el comienzo

Hay crisis que por su gravitación histórica exigen volver a empezar desde el comienzo. Es una prueba de gran voluntad para grupos hermanados que se sienten responsables del porvenir y establecen un criterio de ejemplo personal, obligándose a “practicar lo predicado”. Esta actitud, tolerante con las ideas y sentimientos de buena fe, sólo excluye el tono irrespetuoso y agraviante, propio, precisamente, de las instancias de disolución social. La renovación de la esperanza así lo exige ante las adversidades de la vida y de la política, imponiendo la consideración real de los otros y la solidaridad efectiva con los compañeros más vulnerables. Es el primer paso para recrear estructuras básicas de contención por la confianza mutua, la paciencia común y el trato sencillo. Porque, sin ésta disposición espiritual, no habría condiciones mínimas para encarar las tareas necesarias.

La indagación inicial se refiere, sin duda, a nuestra identidad cuestionada desde siempre y hoy más que nunca por la “colonización mental”; esta vez con la fuerza arrolladora del mundialismo capitalista privado y los omnímodos instrumentos tecnocráticos de la globalización asimétrica. Situación que enfatiza reafirmar la vigencia de una concepción estratégica del país a mediano y largo plazo, innovando en procedimientos y metodologías, pero sin traicionar la base filosófica permanente sobre la que se apoya.

Por lo tanto, el pensamiento que nace como diálogo íntimo y profundo, entre dudas y certezas personales, se expresa luego como diálogo compartido y enriquecido con todos los compañeros, para constituir el motor de una nueva política. Unidad esencial en la diversidad de matices que amalgaman la intensa tradición política argentina. Esto es independiente de las formas subsidiarias con que, a su turno, las apliquen las distintas orientaciones partidarias. La diferencia, sin embargo, descartará por igualmente estéril el mero juego intelectual diletante, y la mediocridad de las campañas electorales.

Creación, prédica y tradición

El hombre es un ser libre dotado de lenguaje. Todo entendimiento entre personas debe percibirse en un intercambio convenido por partes iguales y equiparables; y sólo establecido en las convicciones estimuladas por la enseñanza de los grandes maestros y fundadores de movimientos de transformación nacional. Cuando ello ocurre idealmente se va conformando una doctrina coherente que unifica fuerzas y suma la masa decisiva para modificar circunstancias penosas de injusticia, opresión y explotación.

Esta doctrina vital, que surge en forma oral, y después se escribe para profundizarla, se articula mediante el sano sentido común del pueblo que la inspira y al cual se dirige. Y cuyo único riesgo sería congelarla como dogma cerrado a la dinámica vivificante de la realidad. Se trasmite entonces de generación en generación, consolidando una tradición en cuestiones de fondo y aceptando la autocrítica de las consignas esquemáticas que no sobreviven las coyunturas. Este pensar sabiamente pragmático dificulta la acción insidiosa de los “sabios ignorantes”, que suelen complicar lo simple, cundo no insertar sus teorías difusas. Cuestión siempre descubierta en poco tiempo relativo, según la escala de los ciclos de la historia. Porque la tradición, cuando se mantiene viva y presente en las claves del conocer popular, se afirma ante las defecciones preanunciadas, al recordar en su memoria colectiva las acciones simbólicas y ejemplares de sus maestros, héroes y mártires.

Todo esto obviamente se resiente con la indiferencia social, el individualismo  antiorgánico  y la corrupción de los falsos dirigentes que abundan. Sus discursos no existen o no se escuchan, porque han perdido credibilidad, sustituidos por insólitas campañas sin palabras, o con esquemas vacíos y repetitivos; que incluso se reducen a un acto de fe invertido: “tienen que seguir creyendo en mí, aunque los milagros prometidos salieron al revés” (inversión, inflación, déficit, trabajo y pobreza cero).

Fe y razón, ética y política

En el proceso evolutivo del conocimiento humano, fe y razón, siendo categorías deferentes, tienden a un punto que las refuerza mutuamente o, al menos, suaviza su antagonismo. Es lo que sucede, contrariamente, entre quienes no hablan de la corrupción pasada, y quienes no hablan de la corrupción presente, como dos ramas gemelas de una lógica perversa que “naturalizaría” la venalidad perpetua. Hoy, además, se busca la disolución de  los partidos para facilitar la manipulación de aquellos personajes que entran en el formato “actoral” de la televisión. Según este formato, no hay programas faranduleros que no sean también políticos; ni hay programas políticos que no sean también faranduleros. En tal escenario no hay tiempo para las ideas serias que serían tachadas de “aburridas”.

De esta forma, consentida por ciertos sectores medios, la cultura política cualitativa y reflexiva revierte a mera politización cuantitativa y pasional, negando el intercambio de propuestas compatibles con el acuerdo económico-social que demanda un país previsible y gobernable democráticamente. La “diversión” pues, concebida como “distracción” de los problemas esenciales, fuerza una agenda diaria de nimiedades, donde se prohíbe, directa y absurdamente, hablar de temas conflictivos.

Pero el verdadero entretenimiento puede venir, cuando, con un humor distinto y una mentalidad despierta, resulte atractivo reconstruir la comunidad civil para encarar entre todos la crisis que nos aqueja. Porque es obvio que hacen falta cuerpos organizados de reflexión, planificación y ejecución para sortear la improvisación del individualismo exacerbado y tránsfuga. Único modo de converger sobre los objetivos nacionales con el mayor consenso posible. Y a la vez, evitar que ética y política se sigan alejando sin límites, hasta comprometer definitivamente la convivencia argentina.
                                                                  
                                                                   Buenos Aires, 6 de agosto de 2017.
Julián Licastro



No hay comentarios:

Publicar un comentario