LA IRRUPCIÓN DE LO
NUEVO:
PROYECTO INTEGRAL O INTENTOS
FALLIDOS
El arte
de lo posible o transformar la
realidad
La política como arte de lo
posible, en especial cuando predomina un tono mediocre, suele gastar mucho tiempo en cálculos numéricos y alternativas
de nombres, aún en situaciones que desafían la normalidad y exigen “el genio
que es trabajo” de la verdadera conducción. Ésta implica un orden superior,
donde lo cuantitativo no anula la apreciación cualitativa que combina los factores
que irrumpen en el horizonte de lo viejo que se va, con el hecho de lo nuevo
que viene.
El proceso de transformación que impone una transición plena, para serlo realmente, neutraliza la especulación
oportunista con su dinámica de taller de forja. Un taller rústico y ruidoso que
fabrica, en el momento preciso, los medios apropiados al recambio que abre
perspectivas para todos. La
oportunidad exacta es difícil de entrever, pero la tendencia puede mostrar su signo inexorable, cuando la prolongación monocorde
de un ciclo agotado, satura la paciencia de aquellos contingentes del pueblo
urgidos por graves problemas.
En esta instancia sensible aparece
el talento organizativo natural de las bases en acción, que aprovecha el lugar abandonado por las estructuras inertes, sin alma
política. Sus construcciones libres, llenando el espacio vacante con agilidad
práctica, pueden acceder con rapidez a dimensiones impensadas de influencia
sobre el amplio dispositivo convocado. Máxime ante la falta de competencia de
los partidos que, con su
comportamiento anodino, anulan la diversidad del pluralismo y quiebran sus
tradiciones originarias sin
establecer los nuevos códigos políticos.
Paralelamente, se verifica
la creciente ausencia del Estado por la claudicación de los funcionarios sin voluntad de trabajo, a pesar de los “discursos oficiales”, cada vez más
engañosos en su contraste con las falencias palpables en todos los aspectos de la realidad. Distancia
que se agranda día a día, alejando la posibilidad de establecer un relativo
equilibrio de la nueva relación de fuerzas, con márgenes suficientes de
estabilidad y criterios de pacificación.
Las
mesas de diálogo y propuestas
Por este motivo, la reflexión
“racional” sobre una transición ordenada, que siempre es deseable a la
incertidumbre del caos, puede ceder al encadenamiento de reclamos de una
movilización espontánea ante la pasividad de los dirigentes de un régimen prebendario. Ellos tienen la tentación patente de pactar con la corrupción impune, aunque eso pudiera costar el descreimiento social en una salida
esperanzadora. Tal frustración, como enseña la historia, malgastaría la fuerza espiritual y orgánica necesaria para
evitar excesos y demoras, encarando con decisión el gran esfuerzo pendiente.
La disyuntiva debe ponerse en
la “mesa de diálogo” de aquellos que no han perdido la costumbre de pensar desde el interés nacional, a fin de formular propuestas
públicas para encaminar los acontecimientos en términos, no de ejecución
inmediata, pero si de preparación
previsora. Esta actitud positiva, valga explicitarlo,
es lo contrario a la supuesta conspiración
que juega a desbordar la polaridad entre autoritarismo
y rebeldía, como extremos funcionales a la fragmentación y pérdida de identidad
de la comunidad argentina.
Es imperioso salir del reino
de la improvisación permanente y las medidas cambiantes, para alcanzar
niveles conductivos de índole más elevada, y dar
testimonio de conducta ética compatible con la exhortación a realizar sacrificios especiales en períodos de crisis. La
escena pública no está desvinculada de la vida cotidiana de sus “personajes”
que proyectan visiblemente a esa esfera las virtudes, defectos y vicios de su
personalidad. En tal sentido, la gente sabe que se es como se “vive” y no como
se “dice”, rechazando el dispendio, la
desidia y el abuso.
Luego, el colapso de la
instancias vaciadas de reglas institucionales, para
ponerlas al servicio de intereses espúreos en los tres poderes de la república,
dicta una lección actualizada a quien “quiera saber de que se trata”. Lección
que es conveniente aplicar a
aquellos liderazgos emergentes que corran el riesgo de ser negociables, por ser
considerados socios potenciales de un antiguo sistema de fraude al patrimonio
nacional.
Una solución de alcance estratégico
La solución estratégica del país será una obra compartida o no será, siempre que el prisma directriz se
asiente en la convicción de que la conducción es un servicio que ejerce el
poder a través del deber, y no del sectarismo,
el capricho y la ambición desmedida. La conclusión es predicar con el ejemplo para
instaurar un Estado de trabajo,
equidistante de las falsas antinomias del neoliberalismo y el neomarxismo, igualmente derivadas de un pensamiento
dependiente. Nuestro avance, a diferencia de las ideas copiadas y repetitivas,
que hoy declaman los “populismos” de derecha e izquierda, se orienta por
aspiraciones, metas y posibilidades más grandes y específicas.
No existe otra clave para acceder
al porvenir que la unión sincera para
la producción y el trabajo; ya que el relato del “progresismo” que no suscita
organización territorial, ni educación social, ni desarrollo
económico, apenas puede manipular
cifras para disimular sus fracasos de gobierno. Por eso, cubramos ahora
el espacio expuesto que atrae la tormenta, porque la acción aborrece el vacío,
a la vez que descarta la agitación
estéril sin objetivos trascendentes y factibles.
Es menester descubrir una relación directa de la política con las
cuestiones primordiales que el pueblo intuye y siente con el peso de la
muchedumbre, a la espera de planes y programas eficaces sin los artificios de la “ideología” y la “academia”. Buena
ocupación para los cuadros político-sociales
que sepan evaluar los defectos de
las formas orgánicas viejas y facilitar
su pasaje fluido a otros procedimientos: porque la complejidad de un futuro
diferente exige una militancia diferente para
actualizarse y no perecer.
Frente a la venalidad, el desgano y la cobardía,
resulta imprescindible evidenciar
austeridad, laboriosidad y coraje, no sólo como preceptos morales, sino como
leyes intrínsecas a la nueva realidad que se perfila sobre la endeblez de toda
pretensión individual o de círculo. De lo contrario,
la movilización de parcialidades y
sectas nunca podrá reordenarse y concentrarse para
sumar las grandes fuerzas volcadas
al cambio, con el menor costo en tiempo, penurias y contradicciones.
Visión y misión de conjunto
El espíritu político, con pensamiento
práctico, tiene que adecuar
el fin de los medios técnicos, y no al revés, para
canalizar la dinámica de los
sucesos. Es decir, tratar que la
velocidad inherente a constituir un “movimiento”, se enmarque
en los valores permanentes que no acusan el desgaste de las coyunturas. Así se
ensamblarán, con unidad de
concepción, los medios técnicos y los métodos tácticos, logrando un accionar integrado como fuente de poder y vía de éxito.
Sin duda, disponemos del despliegue orgánico suficiente, que nadie ni
nada ha podido emular, aunque es
preciso potenciarlo en su energía
evolutiva como entidad vital conducida responsablemente. Condición terminal del
personalismo, el feudalismo y la infiltración que son los males propios de una
fuerza de amplia base social y geográfica. Una tarea
metódica que excede al voluntarismo,
porque atiende a la erupción de una amalgama subterránea que se desplaza a gran
presión bajo el paisaje chato de la incompetencia política.
Nos encontramos en la línea borrosa de encuentro entre un final y un
comienzo, que corresponde recorrer con visión y misión de conjunto,
desenvolviendo la organización que vence al tiempo, e impide la reiteración del
“mesianismo”. Los líderes providenciales no surgen de los enjuagues
electorales, sino de personalidades históricas que aparecen
en siglos, por decirlo simplemente, para
fundar toda una época. Ellos se
reconocen en el tiempo, por una obra de magnitud monumental que se recrea en la
doctrina y en la síntesis fructífera de varias
generaciones.
La conducción superior exige las virtudes del trabajo y la humildad
que, acompañando la reforma institucional gradual, logra en una larga trayectoria la propia despersonalización de su
figura carismática, incluso por
encima de las etiquetas burocráticas de “oficialismo y oposición”. Esta
abnegación existencial, que no se entiende en lo inmediato, elimina el
dogmatismo y convierte al “enemigo” en adversario
circunstancial y amigo. Fenómeno incomprensible por parte
de apresurados y retardatarios, aunque es el compendio mismo de la cultura
política.
Para
vencer al tiempo: construir lo permanente
Percibimos así los indicios de un proceso, de captación difícil, que en
su profundidad social es anónimo. Ahora resta ver cuando emergerá con fuerza para mostrar
su poder convocante y transformador, adecuando los medios a los fines
propuestos mediante “el oficio de la prudencia”. Arte del estadista, según los
clásicos, que no debe confundirse con la ambigüedad, la pasividad, ni la
excesiva cautela. Este proceso convertido en proyecto, resolverá las dudas
operativas que siempre se presentan, para
imprimir su impulso a la evolución de la situación. Ello
incluye resistir su mera instalación mediática, con proyección acotada a la
figura individual, que resultaría la
ruta directa al fracaso de los temas esenciales de una comunidad atenta y
vigilante después de tantas frustraciones.
La opción correcta, fundada en la fuerza creadora del trabajo, y los equipos
de cuadros, tiene el rumbo del desarrollo
orgánico de raíz territorial, que no debe abandonarse
nunca, so pena de extraviar una estrategia
inicial acertada. Persistir en esta línea, que articula
con coherencia una serie poderosa de comunidades locales de democracia cercana,
no partidocrática, promoverá las
referencias “ejemplares” que la base
necesita para crear una disciplina voluntaria
y realizar un esfuerzo compartido y un seguimiento constante.
Frente a las malas señales de la decadencia dirigente por corrupción,
negación de la realidad, farandulización
de la política y banalización de los debates para
eludir las definiciones importantes, se alza una toma de conciencia y una
sensación de hastío precursoras de reacciones populares.
Por consiguiente, lo “nuevo” que especule con el método remanido de la
distracción y el doble discurso, será rápidamente viejo y tendrá una vigencia
efímera; que corregirán aquellos de la etapa siguiente que, sabiendo que ya no
hay margen para
improvisar y mentir, reafirmarán su vocación de construir con seriedad y
solvencia.
Procurar que la democracia realizada sea efectiva, nos obliga a superar
lo superficial y transitorio, asumiendo el enorme reto de reconstruir la
comunidad y reformar el Estado. La urgencia de este trabajo se evidencia en el
auge de la violencia delictiva que puede escalar a la violencia política por el
descontrol que alienta la rutina, el escepticismo y la descomposición de lo
social. El intercambio de opiniones políticas es útil, si éstas son
sustanciales y ofrecen alternativas, pero se degrada si representan simulacros
que esconden la reiteración de lo mismo y la incapacidad de liderar la nación.
Ella nos interpela con un “¿qué hacer?, a responder claramente de manera
personal, grupal y colectiva. [24.3.14]
julianlicastro@yahoo.com.ar
julianlicastro@hotmail.com
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