JULIÁN LICASTRO
LA ORGANIZACIÓN EN NUESTRO PLEBISCITO DE LAS
PRIMARIAS
Los
porcentajes arrasaron a favor del verdadero cambio que expresamos nosotros: un
modelo argentino opuesto al derrotado, dato obvio y al margen de interpretaciones distintas y
hasta delirantes.
Pero la clave
es no agredir, ni hacer el juego a quienes provocan, apuestan a la lucha sucia,
la superioridad de medios, la falta de escrúpulos y la visión estrecha de la
votación como aritmética de individualidades, manipulables por las falsas
encuestas, que no respetan vedas ni reglas comiciales.
Desconocen,
por su deformación patronal, que el pueblo
no se comporta como empleado sometido, por necesidad, sino en tanto sistema
social progresivo, protagonista de impulso organizado. Depositario de valores
propios, generadores de “poder real”, no virtual, sobre ejes de maduración
histórica, centrados en el arduo avance de la libertad, con justicia y solidaridad.
Una libertad
no individualista, sino conjunta, equidistante del neoliberalismo que atomiza y
del colectivismo totalitario. Por esta razón, que descarta la sumisión y la
violencia: “nadie puede realizarse en una comunidad que no se realiza”.
La “polis”,
recreada de su origen greco-romano, y su equivalente en las culturas nativas
”al respetar la ley nos hace libres,” sin avasallar los derechos de los otros;
alentando el ideario de una convivencia próspera, sincera y de buena voluntad
en las ópticas y perspectivas
diferentes.
Es el llamado
“bien común general”, combinado con los “bienes específicos” locales. Todo
armonizado en múltiples formas y expresiones asociativas: municipios
distritales, asociaciones de fomento, estructuras de cohesión territorial,
acción sindical, gremial, integración interna y desarrollo fronterizo; hasta
espacios tan sencillos como clubes de barrio, comedores populares, parcelas
rurales y cultivos familiares.
Lo cual exige
un Estado, no estatista, pero presente y eficaz; capaz de privilegiar el
proceso productivo, no especulativo, y al trabajo, núcleo de unión, vinculo de
relación espiritual fecunda y vivencia irremplazable de dignificación.
Es la
complementación del pleno respeto a la democracia constitucional, con la
participación social ávida de justicia, inclusión y soberanía.
Finalmente, el
“plebiscito” significa el modo mediante el cual el pueblo puede aprobar por
“votación” numerosas cuestiones. Resultando lamentablemente vulgar e impropio argumentar, con metáforas
desequilibradas, la resistencia iracunda a una acción legal, legítima y
republicana.
Buenos Aires, 19 de agosto de 2019.
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