LA MADURACIÓN DE LA LEALTAD
CREADORA DEL DISEÑO DE UN
PAÍS INTEGRADO
Realidad y contradicciones superables
En la singular tarea de encontrar soluciones
originales y concretas a los problemas fundamentales del país, es necesario,
antes que nada, curar la afección que se cierne sobre el alma argentina y su
voluntad de persistencia y diferenciación. Diferencia como aspiración virtuosa
de una personalidad propia, síntesis de las cualidades de sus diversos
afluentes, y no el extravío de la xenofobia y la discriminación social o
étnica.
Se trata de superar nuestros prejuicios en el
registro que va de la indolencia al autoritarismo, para descubrir la verdad en
la maraña de contradicciones secundarias que son superables, a condición de
abandonar los extremos del resentimiento y la codicia. La comunidad se organiza
por el trabajo y se destruye por la corrupción, que permanece como sistema, enraizada en la
sociedad que la practica en distintos grados y formas, incluyendo la apatía
civil y la omisión culposa.
Ciencia económica “pura” o
arte pragmático
En este marco general de anomia, la alta corrupción,
institucionalizada, se ejerce por el desvío conceptual de la economía, que sus
beneficiarios presentan como una ”ciencia pura”, encubriendo con preceptos
teóricos “universales”, el esquema discrecional de un poder desmedido. Cuando
en realidad, la economía es un arte de verificación pragmática; cuyos
principios generales se aplican de manera adaptable al curso y contexto
político y social de un espacio y tiempo históricos.
Se constituye así una cultura económica que favorece
la producción o la especulación; la
distribución o la concentración; el empleo o la desocupación y, en fin, los
intereses nacionales o los extraños. Lo cual no significa proponer una autonomía
cerrada y aislada, imposible en el mundo actual, pero sí el margen necesario de
independencia, justicia y soberanía. Sin estos requisitos, que modulan con
equilibrio los factores de inversión y consumo, cada gobierno de turno reitera
la apropiación espúrea de los recursos públicos, y “roba” el tiempo de vida de
los ciudadanos al frustrar sus anhelos, sueños y esperanzas.
“Liderazgos esenciales y
pueblo substancial”
Para romper este círculo vicioso, la acción política
tiene el desafío de establecer liderazgos esenciales en el seno participativo
de un pueblo substancial. Liderazgos no individualistas, pero tampoco
despersonalizados, como máquinas automáticas de deshumanización de la
comunidad., que no tiene un entramado técnico sino sensible. Por eso, gobernar
para la felicidad del pueblo adquiere el potencial unitivo que otorga la
satisfacción y la alegría contagiosa, como anticuerpo saludable de las pasiones
desbordadas del divisionismo estéril.
Sin la humanización del poder se pierde, además, la
génesis de fuerzas creativas en el acto de trasformar la realidad. Y al
confundir el número con la calidad de las personas, se cae simultáneamente en
una serie vinculante de equívocos: arrogancia, inercia, desgaste y resistencia
pasiva, activa o violenta. Hay una lógica que, tarde o temprano, se manifiesta
con crudeza: no se puede conducir aquello que se desconoce, y no se puede
conocer aquello que se niega con sentimientos encontrados, aprensiones absurdas
y refugios psicológicos elitistas.
La doctrina nacional
compendio de estadismo magistral
La doctrina nacional compendia y difunde la
experiencia invalorable de un estadismo magistral, aunque no es fácil, por
falencias personales de ejecutivos incapaces, el traducirlas al orden práctico
de los hechos. Pero su plexo de principios y valores, que es menester
profundizar, comprende una invitación al compromiso político y social sin el
cual nos condenamos al escepticismo, defeccionando de nuestra facultad de
autodeterminación moral y material.
Ciertos dirigentes caen, paralelamente, en su autoconsagración
prematura, ignorando que el juicio definitivo de lo político compete al ciclo largo
de la posteridad. La obsecuencia y la adulación, amplificada por la saturación
interesada de los medios, es señal de incipientes curvas descendentes a
prevenir con sobriedad y mesura. Todos ellos, defectos reiterados que culminan
en una campaña sin palabras y gestos sin contenido, porque no se debate ni se
vota un “modelo argentino” que señale las pautas de las políticas, planes y programas
que revelen la dirección estratégica del porvenir.
El principal modelo a
concordar
Antes y ahora se ha decretado la muerte estadística
de vastas franjas sociales, para exaltar
“éxitos” y ocultar fracasos, jugando con una ingenuidad que ha estrechado el
campo de maniobra de la manipulación por un esclarecimiento paulatino. Algo que
habrá de acelerarse después del comicio con pronóstico reservado, si no se
apela al diálogo y al consenso, que descarte la nivelación drástica “por
arriba” o “por abajo” en vez de lograr un promedio ecuánime, acorde con el
crecimiento genuino y el desarrollo sustentable. Así lo advirtieron los autores
y predicadores que forjaron un pensamiento nacional; que ya trasciende a las
nuevas generaciones con la guía constructiva de nuestra rigurosa autocrítica.
El espacio histórico del justicialismo doctrinario no
puede malversarse en el vacío incierto de una ausencia inexplicable, poblada espectralmente
por los tránsfugas de diversos posperonismos de
conveniencia. Porque quedaría en suspenso el desenvolvimiento
actualizado del principal modelo a concordar para reintegrar la matriz
nacional, federal y comunitaria de la gran Argentina.
Buenos Aires, 17 de
octubre de 2017.
Julián Licastro
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