LA CONSTRUCCIÓN DEL FRENTE
En el ciclo
del saber popular, la práctica elabora teoría por la revisión crítica de sus
altibajos; y esta teoría afina la acción por la técnica que ofrece mejor
expectativa. Por eso llamamos “doctrina de conducción” a la combinación de
teoría y técnica que sigue la estrategia adecuada.
El método
evita cuatro errores letales: el espontaneísmo de las bases, la hipercrítica de
los escépticos, la teorización de los intelectuales y la mecánica de los
tecnócratas. Tenemos así la experiencia vital de los frentes nacionales que nos
rescataron de las crisis políticas, económicas y sociales.
Sucede que la
razón profunda, ante una emergencia grave, busca solidaridad y unidad, pero no
de cualquier manera, como en la agitación habitual de la “izquierda”; sino en
la gran confluencia que contiene el eje de la verdad y la justicia.
Respeta la
honestidad, pero no se queda en el purismo o la moralina impotente de la
tendencia testimonial. Ni pelea por pelear, favoreciendo la represión
sistemática que mezcla todo para confundir. Lo hace para ganar en las calles y en
las urnas por la transformación del Estado y la regulación equitativa, no totalitaria,
de las empresas públicas y privadas.
No plantea la
autarquía, la xenofobia ni el aislamiento, pero destaca lo propio, cuestionando
los subsidios de miseria que encubren la falta de trabajo genuino; y fomentan
el ocio, la usurpación y el choque entre colectividades marginales, reacias a
integrarse en nuestra sociedad.
El frente es
una entidad superior, con la columna vertebral de los trabajadores, en su más
amplia acepción, que debe avanzar sobrepasando a los malos dirigentes. Lucha
esforzada, dentro de un marco democrático deformado por el autoritarismo voraz
y sin escrúpulos.
Este frentismo
imprescindible equivale a una “cadena de potencial” cuando se han sopesado
objetivos y medios, reduciendo riesgos y accediendo a más altos niveles operativos;
a condición de evitar la disputa de “egos”, común en los partidos fragmentados.
La meta trascendente vencerá al final al
marketing adulterado de los asesores de imagen, la difamación y el divisionismo
mediático.
La
incorporación de las alianzas tácticas en lo estratégico significará mayor
conciencia, identidad y cooperación, contrastando con el caos de nuestros oponentes.
En esta señal de una próxima etapa, no habrá agrupamiento político, gremial,
eclesial o social, ni demasiado grande ni pequeño, porque sólo en la unión de
todos podrá latir el corazón histórico de una épica vencedora.
Buenos Aires, 29 de abril de 2019.
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