ANA Y JULIÁN
LA LUCHA LEGÍTIMA EN LA DEMOCRACIA
La puja democrática lejos se darse entre “política y antipolítica”, debe actuarse con la dinámica de las “relaciones de fuerza”, exigiendo dialogar sin pausa, arrogancia ni falsedad.
Esta regla de cordura va suscitando con perseverancia, los acuerdos
urgidos por la comunidad, acotando las actitudes obcecadas y necias.
Lo contrario, destruiría la sociedad, con violencia de palabra y de hecho, hasta hacerla tumultuosa e inviable.
La humildad es imprescindible para no abroquelarse en una crisis compleja. Mientras que el tiempo requerido depende de la evolución histórica de la conciencia nacional.
Pretender “controlar” todo, sin reconocer críticas ni errores, provoca una arrogancia autoritaria e indignante.
Vanidad ciega y letal de endiosarse en el gobierno subestimando al noble pueblo sojuzgado, que soporta sus problemas con estoicismo.
Lo esencial, entonces, es conocer y receptar hoy mismo, los justos reclamos y anhelos postergados de este pueblo que, según la historia, madre del arte de conducir, movilizará hacia “la victoria de todos” sus energías reivindicatorias.
Clave para los estadistas, no los politiqueros, que aspiren a lograr por el ejemplo, nuestra pacificación espiritual, afirmación patriótica y reconstrucción material, junto a la elevación ética y moral del ser argentino.
Nota: Si compartís estos contenidos, favor de difundirlos, pues la organización vence al tiempo y la comunicación vence al espacio. Muchas gracias!!!
Lo contrario, destruiría la sociedad, con violencia de palabra y de hecho, hasta hacerla tumultuosa e inviable.
La humildad es imprescindible para no abroquelarse en una crisis compleja. Mientras que el tiempo requerido depende de la evolución histórica de la conciencia nacional.
Pretender “controlar” todo, sin reconocer críticas ni errores, provoca una arrogancia autoritaria e indignante.
Vanidad ciega y letal de endiosarse en el gobierno subestimando al noble pueblo sojuzgado, que soporta sus problemas con estoicismo.
Lo esencial, entonces, es conocer y receptar hoy mismo, los justos reclamos y anhelos postergados de este pueblo que, según la historia, madre del arte de conducir, movilizará hacia “la victoria de todos” sus energías reivindicatorias.
Clave para los estadistas, no los politiqueros, que aspiren a lograr por el ejemplo, nuestra pacificación espiritual, afirmación patriótica y reconstrucción material, junto a la elevación ética y moral del ser argentino.
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