martes, 21 de junio de 2016

1. RESPETAR LA DIGNIDAD DEL TRABAJO




1. RESPETAR LA DIGNIDAD DEL TRABAJO


Nuestra doctrina nacional se inspira en los valores del trabajo, que no vienen de un relato ideológico estéril, sino de la experiencia del esfuerzo fructífero. Esta concepción es, a la vez, idealista para proyectar grandes objetivos y realista para encararlos con “sabiduría y prudencia”.

El poder social no es mando sino vocación de servicio, donde las ideas no se imponen, se exponen y la persuasión no significa vencer sino convencer. En este enfoque democrático, la justicia social no exige sumisión ni violencia, sino  convicción en la evolución inexorable del pueblo “artífice de su propio destino”.

Construir comunidad requiere responsabilidad, tanto en sentido personal como colectivo: sabiendo que la vanidad diluye la responsabilidad y la codicia la mata. Y consolidar ciudadanía supone partir de una identidad política bien definida, pero sin iluminados ni arrogantes que la desmienten con su  sectarismo.

Es el momento crucial para crecer con prédica, formación y planificación: herramientas estratégicas para descartar toda improvisación frustrante y  toda descoordinación desgastante. Por definición, la dignidad del trabajo nunca traiciona. Traicionan la egolatría del mal dirigente, la especulación del mal empresario, la insensibilidad del mal funcionario y la tecnocracia que ignora el arte superior de la conducción.

Lograr una conducción de excelencia no justifica la inacción de los cuerpos orgánicos. Por el contrario, exige emulación en presencia, energía y dedicación en cada lugar operativo de nuestro despliegue. Una organización de calidad es producto del nivel de sus  dirigentes y cuadros, que deben capacitarse constantemente y mantener una perspectiva abierta y abarcadora.

Establecer una pedagogía de diálogo y crítica constructiva

Lo correcto es establecer una pedagogía interna, en nuestra expresión de pensamientos y sentimientos, para constituir una organización sólida y fraterna. Como reza el evangelio, la búsqueda de la verdad nos hará libres. Y esta libertad nos permitirá coordinar una unidad esencial resguardando la diversidad.

Es una participación con múltiples iniciativas, diálogos y propuestas, para un avance mancomunado. No es juntar por juntar, sino unir en la idea y la acción. No es actuar con amenazas y presiones, sino priorizando alicientes y aspiraciones. Una reflexión recíproca permanente que se potencia en la voluntad sincera de compartir.

La igualdad republicana tiene que existir como hecho práctico y efectivo, con equidad para todos los argentinos. En tal sentido, el peor defecto de la política es el “círculo de poder” que se convierte en partido dentro del partido y en estado dentro del estado.

La crítica constructiva y la corrección mutua, en los ámbitos que corresponda, soslaya a los aplaudidores y a los sofistas que suelen presentar fracasos evidentes como éxitos engañosos. Debemos integrarnos a un contingente lo más grande posible para realizar las tareas pendientes, que exceden a un solo encuadramiento político o gremial.



Apoyar la construcción de un liderazgo de trabajo

Tenemos que ocupar nuestro lugar con humildad y firmeza, virtudes demostradas con abnegación y  traducidas en obras concretas de nuestra voluntad de acción. El cambio y la transición abren una posibilidad extraordinaria que depende de nosotros mismos. Nadie hará nuestra tarea y nada afectará nuestra fe.

Llegó la hora de distinguir al verdadero peronismo del “pejotismo”, que ensaya un simulacro partidista, negando el voto de las bases y encubriendo mariscales de la derrota e imputados por corrupción de estado. Apoyemos la construcción de un liderazgo de trabajo que conduzca con el ejemplo, y tenga visión estratégica para dar sentido nacional a la gestión de un gobierno concertador y no excluyente.
 


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