martes, 21 de junio de 2016

9. DESARROLLAR EL INTERIOR DEL INTERIOR



 9. DESARROLLAR EL INTERIOR DEL INTERIOR

La sociedad argentina es una de las más urbanizadas del mundo, con más del 90% de su población viviendo en ciudades. Dato relativo celebrado por una derivación extrema del liberalismo, que considera que únicamente las ciudades, y con preferencia las grandes capitales, son “motores de progreso social” y productividad económica. Estos logros vendrían de su alta concentración de recursos en el menor espacio posible, para atraer inversiones, racionalizar el empleo e innovar tecnológicamente.

Esta contaminación antiestratégica de una matriz territorial distorsionada por la ambición desmedida de rentabilidad y beneficio, aísla a las grandes empresas de su necesario contexto; anulando el servicio social y la imagen de convivencia que deben brindar para integrarse a la comunidad que frustran. Facetas de un capitalismo carente de regulaciones adecuadas en el plano humanitario y ambiental.

Sus secuelas son los asentamientos precarios, la congestión, la polución y una topografía caotizada que se presta a los laberintos de la delincuencia y el narcotráfico. Estos flagelos se parapetan en una ciudad oculta, tomando de rehenes a los más vulnerables, contradiciendo la ficción ideológica de la ciudad visible. Éstas y otras causas de disrupción territorial aumentan la capacidad ociosa de las grandes empresas y las maniobras de explotación laboral.

Vincular estrechamente las nociones de campo e industria

Se evidencia, una vez más, la importancia vital de una organización estratégica, con base territorial, de la sociedad y la economía argentinas con proyección futura. Sistema,  cuyo núcleo central, irradiará las políticas rurales de población y empleo, imprescindibles para corregir la baja densidad demográfica del “interior del interior”, que compromete, tanto la viabilidad de nuestro desarrollo como la integridad de nuestro Estado.

Es menester vincular estrechamente las nociones de campo e industria, cubriendo además los eslabones agroindustriales en la continuidad mutuamente útil de la cadena productiva. Primordialmente, si articulamos esta decisión con las políticas estatales de promoción a las pequeñas y medianas empresas, cuyo número sobrepasa el 90% de todas las empresas establecidas y ocupan el 70% de todos los trabajadores registrados.

En el aspecto gremial bipartito se ha avanzado lo suficiente para incorporar ahora las iniciativas oficiales que alientan una mayor y mejor producción, aumentando el valor agregado de nuestras exportaciones. Lo cual no tiene que significar un exceso de trabas al conjunto de los productores, para facilitar aviesamente la concentración corporativa como en la era anterior.

En el sindicalismo de raíz peronista, hoy dividido por intereses de sector, la intención manifiesta de unidad puede encontrar ciertas pautas de solución en la organización de los trabajadores rurales; por ser la más numerosa en afiliación, la más extendida en el orden territorial nacional y la más representativa en el orden internacional, por su incidencia en la lucha contra el hambre y por el equilibrio ecológico.





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