martes, 21 de junio de 2016

7. LA VERDADERA EXCELENCIA ES GENEROSA



7. LA VERDADERA EXCELENCIA ES GENEROSA

A los efectos de la amplia convocatoria que postulamos para concertar, corresponde distinguir dos grandes alineamientos en la franja que no se identifica con los llamados “sectores populares”; ya que estas corrientes, en principio, provocan diferentes consideraciones y respuestas dispares para el curso probable de los próximos acontecimientos políticos.

Por un lado, se encuentra el “no peronismo”, con las características de las propias identidades partidarias que lo componen. Constituye una fuerza de acción a reconocer, respetar, debatir y acordar en todo lo posible, respecto al interés nacional. Su legitimidad democrática es incuestionable, constituyéndolo en la interlocución válida y obligada para la definición conjunta de las “políticas de Estado” irrenunciables.

     Por otro lado, actúa el “antiperonismo” irreductible, que se propone explícitamente la desaparición del movimiento fundado en la década del 40 al que considera culpable de todos los males que afectan al país. Más que una propuesta civilizada atendible, encarna una ideología negadora de grandes mayorías de argentinos, de un modo tan irracional que hace difícil discutir.

     Este sectarismo es inverso pero igual al sectarismo de quienes se dicen peronistas y no lo son, porque se manifiestan contra toda apertura convergente en la unión nacional. En la última década, como se sabe, este espacio cerrado estuvo ocupado por una especie de “entrismo neomarxista” de obediencia debida a un autoritarismo endógeno, que impidió el natural florecimiento de cientos de cuadros con capacidad de organización y liderazgo compartido.

     La inviabilidad de un elitismo desarrollista 

     De más está decir que si prevalecieran estas tesituras estériles, y lo que es peor, se pusieran directa o indirectamente de acuerdo para anular a las demás, la incertidumbre destruiría la transición que ansiamos. Porque el clima favorable a la concertación pacífica, se dañaría por la mezquindad agresiva de la pelea sin reglas.

     En este vacío, donde la mala política, de palabra o de hecho, sólo piensa continuarse en la violencia, aparecen quienes aprovechan para procurar un “modelo de liderazgo alternativo” que patee el tablero de la concertación. Y así pergeñan una articulación “desarrollista” con una dirección técnica, para encuadrar a la clase media reacia al gremialismo, profundizando la “grieta”.

  Paradójicamente, el radicalismo real, hoy subsistente y con enclaves importantes, que le diera despliegue territorial a un núcleo vecinalista porteño, se pronuncia por la convocatoria opuesta: una asociación duradera con el peronismo de raíz histórica y el sindicalismo. Justamente, para otorgar peso parlamentario y apoyo social a un pacto con criterios programáticos consecuentes en la contienda electoral futura.

Si de algo sirve la experiencia histórica, no para calcar pero sí para comparar tendencias y resultados, tenemos que analizar la trayectoria desigual de Frondizi, un estadista “intelectual” sin rapidez de reflejos políticos. Y que, más allá de sus buenas intenciones, subestimó la fuerza del peronismo, y no puedo crear una configuración política propia. Situación que fue desgranando debilidad, con demasiadas concesiones a los grandes poderes fácticos, provocando el paralelo alejamiento de sus elementos iniciales.

Podrá alegarse que actualmente no existe el militarismo que lo derrocó, pero al golpismo podría sucederlo la confrontación constante. Esta secuela de la falsa antinomia peronismo-antiperonismo, hoy atrasaría el reloj de una evolución posible; impidiendo crear las condiciones de estabilidad y previsibilidad necesarias para atraer las inversiones productivas de la reactivación.

Vigencia histórica de un abrazo conciliador

En cambio, la vigencia histórica del abrazo de Perón y Balbín, concluyó con el dogmatismo, justificado en la resistencia, no en el orden democrático; y auguró momentos especiales para emularlo, en una amplia base de sustentación política e institucional. Contrapartida ineludible de la gran plataforma de producción diversificada que demanda la reconstrucción nacional.

Una no será posible sin la otra, mal que les pese a aquellos que aconsejan al revés a la presidencia de los argentinos, con un tono elitista: porque la verdadera excelencia es generosa y abierta a la comunidad. Concertar, acordar y consensuar, en todo lo lealmente posible, significa la convicción en el resurgimiento de virtudes patrióticas sin sufrir las acciones sorpresivas y extremas que podrían derrotarnos.



















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