jueves, 22 de marzo de 2018

2. LA PALABRA Y LA FUNCIÓN AGLUTINACIÓN - INTEGRACIÓN



2. La palabra y la función aglutinación-integración

Una idea carece de fuerza si no encarna una imagen

La imagen es la vía de representación del pensamiento estético. Da lugar a un trabajo guiado por la medida, la proporción y la armonía; elaborando formas eficaces para reflejar sentimientos, concepciones y aspiraciones profundas. El centro de la identidad cultural, precisamente, es un “núcleo ético-estético”, sin el cual no existiría el don de la palabra política y estratégica.
Se da así la oposición entre valores y antivalores, despertando las virtudes de equidad, ecuanimidad y justicia, o su contraparte decadente, redescubriendo una cosmovisión afirmativa o negativa del “ser nacional” que es causante de la deformación simbólica y el discurso engañoso de la posverdad. Para nosotros, emitir juicios propios sin cesar contribuye a expresar y configurar nuestro sentido de la vida.
El pensamiento estratégico se hace motivo, causa y necesidad
La actividad política y estratégica se sustenta en la palabra orientadora, sea hablada o escrita, para que el pensamiento salga del limbo y se haga “motivo”, “causa” y “necesidad” de actuar. La palabra, en este aspecto, facilita la transmisión de argumentos, criterios y propósitos para que la comunicación pueda vencer al espacio en un despliegue territorial tan extenso como el nuestro.
El lenguaje es el abrigo y la protección de la conciencia que, sin él, quedaría a la intemperie y expuesta a la alteración ideológica de los extremos. Por esta razón, hay que “dar la palabra al ser profundo”, que es su origen, su experiencia y su finalidad, En su seno anida el impulso de vivir y de transcender, en lo individual y lo colectivo.
El arte de predicar, persuadir y convencer

Estas son las condiciones que valorizan el arte de predicar, persuadir y convencer a partir de nuestras propias convicciones. El “hablar habla” y nos determina en conjunto con nuestros propios aportes. Siendo fundamental “organizar el diálogo” para articular las estructuras desde la base con libertad de conciencia. Todos tenemos que aspirar a un modo conciso y convincente, sin divagaciones, ni excesos de retórica académica o vulgar.
El propósito último es promover las formas de acción y los modos de asociación que se inician espontáneamente en la base social, política y profesional; porque “hablar por hablar” se desvanece, pero lo dicho con propiedad y solvencia permanece y es parte de la construcción conjunta.
Perspectiva estética y convicción estratégica

El nivel más alto de este arte hace confluir la perspectiva estética y la persuasión política, porque toda verdad ilustrada por la belleza nos atrae y conquista. Razón por la cual hay que percibir la poesía inscripta en el lenguaje de nuestra cultura, y los discursos de los grandes maestros. Esta actitud une lo visible a lo invisible, el entendimiento a la contemplación, y la inteligencia analítica a la sensación de “inteligencia interior”, clave de los mejores educadores y militantes de una causa nacional.

Nombrar, como lo dice el Evangelio, es conocer la esencia de las cosas, para no engañar ni dejarse engañar en el oficio de las luchas ciudadanas. La elocuencia es una aptitud necesaria para destacar lo admirable, discernir lo real de lo aparente y pronunciar en cada caso la palabra exacta que esclarece y une y no la palabra errónea que confunde y divide.
Se comprende fácilmente que, cuando se comparte un lenguaje cultural nacional, los directores políticos, funcionarios diplomáticos y oficiales militares tienen menos que discutir y más margen para hacer ante una emergencia de conflicto con un país fragmentado.
El misterio de crear nombrando 

El lenguaje es el verbo que hace posible el misterio de crear por el hecho de nombrar. Esto es así si incluye una escala de valores de una comunidad en ascenso, porque da testimonio conductivo de compromiso, credibilidad y confianza. Un mensaje de estas características ya es acción, y su efecto reflexivo se enriquece con miles de aportes, ofreciendo una producción colectiva; porque los ejes del pensar son sólidos. Responden a los de un verdadero liderazgo y no a los de una dirigencia venal de circunstancias.

La persona existe cabalmente en presencia de una comunidad de acción. Lo contrario es una suma inestable de individualidades dispersas, ineptas para acciones tácticas y sueños estratégicos. Evocar las acciones luminosas del pasado; invocar los principios actualizados de la doctrina y convocar las acciones de una proyección y planificación adecuada en el tiempo. He ahí una fórmula simple para el orador de base.

La estrategia nacional lo es realmente si abre posibilidades de realización para todos. Su inventiva se juega en encontrar nuevas alternativas de trabajo y desarrollo. En la escuela política de las nuevas generaciones éste es el espíritu que debe prevalecer, contra todo escepticismo, dogmatismo y resentimiento. Porque la escuela estratégica forma y transforma en orden a su grandes metas.
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El lenguaje estratégico se expone aquí referenciado a la voz del General Perón con citas de sus apuntes de historia militar, artículos de política y estrategia y conferencias de defensa nacional; con la resonancia de su código simbólico pleno de significado en la historia del Movimiento. Se diferencia pues del vocabulario tecnocrático del “staff” de los ejecutivos posmodernos.


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