7. La estrategia y el caso concreto
La aplicación del arte a la
situación
La estrategia se
aprende para aplicarla a la realidad, porque es un arte de ejecución. El
estratega no es un mero observador ni un simple comentarista de hechos
producidos por otros actores protagónicos. Es un creador que se desenvuelve en
las circunstancias de espacio y tiempo donde se juega el destino de la
comunidad. “Vivir una situación” significa precisamente, estar en medio de las
múltiples tensiones, presiones y riesgos que la definen, impulsando la toma de
decisiones operativas y tácticas más adecuadas.
Una coyuntura
determinada representa una escena más de una larga sucesión histórica, por lo
cual cada situación presente tiene una situación precedente y una situación
consecuente, que finalmente se integran y deben evaluarse en conjunto: porque
no hay causa sin consecuencia y viceversa. Ver sólo el marco actual, como
surgido de la nada, suele ser una maniobra distractiva de los responsables de
errores y contrastes. De allí el axioma que afirma que “el tiempo es el padre
de la verdad”, porque descubre las razones ocultas del comportamiento de los
dirigentes y cuadros comprometidos en cada etapa y su balance de resultados.
Otra maniobra distractiva
es plantear luchas extremas, de cumplimiento imposible, para negar la
autocrítica imprescindible al mal desempeño político o la gestión ineficaz. Hay
que eludir obviamente el riesgo de estos extremos peligrosos, porque en el fondo
son resabios sectarios y foquistas con propuestas para aventuras dictatoriales
de cualquier signo ideológico. Por el contrario, la democracia es perfectible
si participa, no una minoría “iluminada”, sino el conjunto del pueblo como
sujeto histórico; cada quien con el método a su alcance, configurando una lucha
popular persistente y casi siempre victoriosa.
El “caso concreto”,
además de ser motivo de la aplicación del arte, se libra de las teorías
dogmáticas. Y brinda la posibilidad de adaptarse, actualizarse e innovar, al analizar
objetivamente cada problema y resolverlo en sí mismo, como condición para
continuar. En esta trayectoria de obstáculos y avances, se da la aparición de
los nuevos líderes, que van estimulando su propia percepción de una conducción
participativa y solidaria. Bautismo de fuego de una “generación de reserva y relevo”
que se suma con aportes específicos a la conciencia nacional práctica, no
abstracta.
Las nuevas formas de expresión, organización y representación
En realidad la
política, que no es una actividad productiva, se justifica moralmente cuando
atiende a las demandas del conjunto social. Esto conlleva armonizar los
objetivos colectivos en función del bien común. De allí la ayuda que presta la
obcecación adversaria, cuando sus dirigentes se manifiestan despectivos,
reaccionarios y sólo preocupados por sus negocios personales. De esta manera
reivindican lo político por el absurdo de la “pospolítica”, y destacan la necesidad de verdad por sus “logros
invisibles” y discursos incomprensibles.
La respuesta que
ello genera en el campo nacional se llama “participación popular directa”, con
una guía sencilla de acción, basada en un trabajo de equipos desplegados, lugar
por lugar. Equipos eslabonados capaces de elaborar, predicar y dialogar hacia
nuevas formas de expresión, organización y representación. Una estrategia para
superar los espacios de ineptitud de los viejos y nuevos partidos del
“sistema”. Por esta razón la impronta movimientista evitó la reducción del
peronismo a partido laborista, socialista o liberal; a pesar del esfuerzo permanente
de los “tránsfugas“, como los llamaba el General.
No se trata de
marchar en esquemas rígidos, ni de permanecer en posiciones estáticas, sino de defender novedosamente el territorio
de pertenencia, sin quedar vulnerables a los golpes previsibles de un
adversario que nos consideraría inmóviles o “rejuntados”, y por lo tanto
inermes. Por eso nuestras escuelas de capacitación deben ser prácticas,
discretas y reubicables. Todo aquello que ofrezca un “blanco fijo “, como
enseña la historia, será dividido o destruido, en la agudización
lamentable de la protesta social y las
movilizaciones de reclamo.
El modo de control
y la fiscalización operativa que corresponden a los niveles de conducción
tienen que garantizar la libertad y flexibilidad de nuestros procedimientos. Y
lo harán progresivamente de forma menos piramidal y más comprometida
voluntariamente. En este aspecto, Perón recusa al “caciquismo”, como esquema
primario de ejercer un mando discrecional sin asesoramiento orgánico. Y anticipa
la evolución en el arte de conducir por la formación profesional, política y
social. Lo hizo en miles de escuelas que cubrieron nuestro despliegue
territorial, colaborando con la integración y el desarrollo del país, mediante
organizaciones autogestionadas más numerosas y mejor preparadas. Tarea que hay
que retomar seleccionando y eligiendo dirigencias honestas, lúcidas y
transformadoras.
La información y la comunicación
La unidad de
acción, más difícil en los despliegues descentralizados, que en los
concentrados requiere por ello un esfuerzo especial que resulta clave para el
éxito. En principio la información política debe ser “suficiente”, a fin de no actuar
con visones parcializadas de la realidad, evitando sus consecuencias divisivas
en la “coordinación” de toda la organización. De igual modo, tiene que ser
“objetiva” y profundizada, eliminando las interpretaciones superficiales o la
acción psicológica contrapuesta.
Igualmente,
requiere un carácter “permanente” sin vacíos informativos; y funcionar
“recíprocamente” hacia y desde la base en un intercambio enriquecedor y que
descarte la manipulación de personas o grupos interesados. Perón aclara a este
efecto que “la conducción procede tan bien como informada esté: porque la
información, de naturaleza estratégica o táctica, en el caso concreto de un
conflicto, ya es “poder”.
En cuanto a la
comunicación deviene un factor determinante de la posibilidad de desconcentrar
y descentralizar equipos, sin perder contacto con ellos y evitando un impacto dispersivo. Por eso se sabe que
“sin comunicación no hay conducción“, precio que implica “vencer al espacio”,
particularmente en una beligerancia prolongada y de múltiples manifestaciones
sociales y políticas.
Si bien los medios
técnicos son importantes en el tráfico de comunicaciones, lo esencial permanece
en el corazón de las personas: por la amistad; la adhesión sincera a los
ideales de la doctrina; y el compartir con lealtad los mismos propósitos de
militancia. Hay así una ”comunicación interior” que puede superar la diferencia
de una tecnología sofisticada.
Economía de esfuerzos y reunión para la decisión
En la dinámica de
los conflictos no es obligatorio se siempre más fuerte, cuando se trata de
episodios secundarios. Pero la mayor fortaleza es imprescindible en el momento
y el lugar donde se va producir la “decisión “. Esta exige una “economía de
fuerzas” o “principio de masa”, porque empeña la totalidad de nuestra energía
acumulada. Implica la facultad de “hacer la fuerza”, reuniendo la mayor cantidad
de medios y recursos disponibles, porque en una batalla principal se juega la
suerte de las concepciones enfrentadas.
Significa
obviamente que la negociación o concertación de las diferentes posiciones
fracasó, y que del resultado de las operaciones saldrá un nuevo margen,
favorable o desfavorable, para retomar la mesa de la diplomacia y el diálogo.
Cuando se tocan grandes intereses no hay concesiones gratuitas, salvo las que
se perfilan, como el Caballo de Troya, para luchar por dentro del oponente ingenuo
o desinformado.
La prolongación y
complejidad de las contiendas por la soberanía, la independencia y la justicia
demandan la aplicación del “principio de
continuidad en el esfuerzo”; definiendo no sólo los objetivos principales, sino
también los objetivos intermedios. Ellos se ubican dosificadamente sobre el eje
de avance, para guiar y regular la marcha, acercando la consecución de la meta, pero sin abandonarla nunca.
Lo expuesto en este
capítulo de aplicación puede conjugarse en tres aspectos inviolables:
-
Estar bien informados
-
Mantener la discreción sobre nuestros planes
-
Y tratar de obtener sorpresas tácticas, de gran utilidad en
el arte de conducir.
Un fuerte abrazo, Julián Licastro
No hay comentarios:
Publicar un comentario