miércoles, 13 de julio de 2016

18. PROTAGONISMO ECONÓMICO Y DECISIÓN POPULAR



18. PROTAGONISMO ECONÓMICO Y DECISIÓN POPULAR       
Para los jóvenes “el presente siempre es lo nuevo”; para los veteranos la historia se repite con cambios de forma. Hace a la integración de las generaciones conciliar ambas perspectivas para aprovechar la experiencia y, a la vez, apreciar los factores de una etapa distinta. Una mirada amplia facilita comprender la dinámica económica, ya que las transformaciones estructurales se convalidan en la prueba de la alternancia política. Recién entonces, aunque parezca paradógico, integran el patrimonio común en un ciclo largo de la historia.
La crítica justificada de las falencias del “populismo”, no tiene que encubrir la crisis teórica y práctica de la “ortodoxia económica” que lo provoca; pues la situación global demuestra  la caducidad de las viejas recetas del ajuste, la devaluación y la deuda. De igual manera, se exponen las limitaciones de la aventura “cortoplacista” populista, al negar la planificación estratégica como herramienta del arte de gobernar.
En síntesis: la “austeridad” liberal fracasa porque sin crecimiento no hay reactivación; pero el “consumismo” por sí tampoco genera desarrollo. La solución se encuentra en el acuerdo nacional de una economía social, siguiendo el rumbo de políticas de Estado que atraigan la adhesión ciudadana para un mejor ejercicio electoral y mayor estabilidad institucional.
La soberanía popular es clave en la movilización  económica voluntaria, a diferencia de una gestión arbitraria, sin calidad ejecutiva; y del asambleísmo obstructivo, sin calidad parlamentaria. Nos referimos a la disposición colectiva de involucrarse en un esfuerzo productivo y de innovación tecnológica, para participar de él sin centralización excesiva de las decisiones.
Este esfuerzo implica gobernar “con” el pueblo y sus organizaciones libres de extracción comunitaria; al tiempo que se enfoca la tarea difícil, pero posible, de perfeccionar el sistema representativo para fortalecerlo. Así se complementará el orden institucional del país federal, con las iniciativas locales de participación directa para recuperar las economías regionales; y cooperar con los programas encarados por los buenos líderes territoriales.
Entre las ambiguedades ideológicas de la actualidad, se encuentra el significado confuso de “cambio”, que no es una palabra mágica, y podría incubar la pretensión de regresar en un sentido involutivo, con retoques cosméticos. Con igual esquematismo, desde otro lado, se declama la integración de la región, sin destacar que ella no disuelve el carácter soberano de los Estados, ni admite la permeabilidad  abusiva de las fronteras.
La democracia no está amenazada hoy por el golpismo, sino interpelada por su capacidad o ineptitud para solucionar los problemas presentes y futuros de la globalización asimétrica que concentra riqueza y expande pobreza. Deformación cultural que se ignora al precio del oportunismo y del escepticismo, que podrían terminar socavando nuestra autoestima, por una trama inaceptable de intereses espúreos y desconfianza generalizada.
A nivel regional, todos sabemos, la necesidad de resolver los desafíos que comprometen el sentido de la vida en nuestra América. Entre ellos: la desigualdad social por desocupación y pobreza; la voracidad de la especulación capitalista; la corrupción con impunidad y provocación; la complicidad con el narcotráfico; y las ideologías intolerantes que culminan en unicatos. No hay equidad sin democracia, ni democracia sin equidad, y en esta síntesis superadora, nada debe alterar el clima de legalidad, justicia y paz que los pueblos reclaman. [14.7.15]
 

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