26. LÍDERES COMUNITARIOS Y MILITANCIA
TERRITORIAL
Para que la democracia no decline por las fallas de la
política y la resignación de los ciudadanos, debemos completar su carácter representativo
con un componente efectivo de participación directa. Esto requiere la
aplicación de todo el potencial civil y social de la comunidad, para
reorganizarla y elevar sus condiciones de vida. Iniciativa imprescindible para
superar el exceso de centralismo y la imposición de los ideologismos de turno,
que desconocen los recursos que la gente es capaz de desplegar en su espacio de
pertenencia.
Esta movilización se da cuando el ciudadano y el vecino
se sienten libres y estimulados para determinar por sí sus objetivos y formas
de acción, rechazando la manipulación de su esfuerzo. Es la condición para
actualizar el concepto y la práctica de la militancia como alternativa al
empleo de meros activistas, reducidos a un papel coreográfico por una
“bolsa de empleo” improductivo y oneroso para el erario público. Un atajo
lamentable hacía la nada política, que elude la mejor etapa de la juventud que
es la formación en los valores permanentes.
La nueva época reclama una mentalidad distinta. Una
disposición espiritual a asumir la responsabilidad de cada uno y de cada equipo para
aportar los elementos creativos del pensamiento propio. Expresión necesaria
para madurar en un proyecto compartido, con capacidad autocrítica válida en la
corrección mutua y el intercambio de experiencias. El lugar adecuado para este
aprendizaje es el dispositivo territorial, considerado la fuente inagotable de
la renovación del movimiento. Aquí, por el camino del ensayo y las
pruebas que se encargan de confirmar o no los hechos, se hace la escuela de la
permanencia, la paciencia y la perseverancia. Sin temor a las equivocaciones
habituales de toda iniciación, que no hay que condenar, porque incitan a la
constancia que finalmente logra éxito.
La participación intensa promueve la militancia, por la
mayor toma de conciencia y compromiso; y a su vez, forja los líderes
comunitarios, motivados a capacitarse en los principios y criterios de la
conducción operativa. Nuevos cuadros de reserva, que se potencian en aquellos
distritos donde la buena dirección regional y municipal les reconoce su rol
protagónico y los promueve según su eficacia.
Del mismo modo, se da la convergencia con las
organizaciones de voluntariado social que, trascendiendo el “asambleísmo” y el
“agitacionismo” estéril de las crisis anteriores, han logrado conformar
estructuras legales autogestionadas. Y así disponer de importantes herramientas
para una actividad continua, de mayor proyección en el tiempo, y de mayor
arraigo en el terreno.
Celebrar la militancia significa reiterar el significado
de unidad y pacificación que marcó el regreso de un liderazgo histórico para
acabar con las proscripciones y señalar el fin de la lucha de resistencia,
tendiendo un puente institucional de reconciliación entre los argentinos. Fue
también una invitación que persiste, para trabajar juntos, sin perjuicio de las
diversas tradiciones partidarias, por la
grandeza nacional y la justicia social. [8.9.15]
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