miércoles, 13 de julio de 2016

26. LÍDERES COMUNITARIOS Y MILITANCIA TERRITORIAL



26. LÍDERES COMUNITARIOS Y MILITANCIA TERRITORIAL

Para que la democracia no decline por las fallas de la política y la resignación de los ciudadanos, debemos completar su carácter representativo con un componente efectivo de participación directa. Esto requiere la aplicación de todo el potencial civil y social de la comunidad, para reorganizarla y elevar sus condiciones de vida. Iniciativa imprescindible para superar el exceso de centralismo y la imposición de los ideologismos de turno, que desconocen los recursos que la gente es capaz de desplegar en su espacio de pertenencia.  

Esta movilización se da cuando el ciudadano y el vecino se sienten libres y estimulados para determinar por sí sus objetivos y formas de acción, rechazando la manipulación de su esfuerzo. Es la condición para actualizar el concepto y la práctica de la militancia como alternativa al empleo de meros activistas, reducidos a un papel  coreográfico por una “bolsa de empleo” improductivo y oneroso para el erario público. Un atajo lamentable hacía la nada política, que elude la mejor etapa de la juventud que es la formación en los valores permanentes.

La nueva época reclama una mentalidad distinta. Una disposición espiritual a asumir la responsabilidad de cada uno y de cada equipo para aportar los elementos creativos del pensamiento propio. Expresión necesaria para madurar en un proyecto compartido, con capacidad autocrítica válida en la corrección mutua y el intercambio de experiencias. El lugar adecuado para este aprendizaje es el dispositivo territorial, considerado la fuente inagotable de la renovación del movimiento. Aquí, por el camino del ensayo y  las pruebas que se encargan de confirmar o no los hechos, se hace la escuela de la permanencia, la paciencia y la perseverancia. Sin temor a las equivocaciones habituales de toda iniciación, que no hay que condenar, porque incitan a la constancia que finalmente logra éxito.

La participación intensa promueve la militancia, por la mayor toma de conciencia y compromiso; y a su vez, forja los líderes comunitarios, motivados a capacitarse en los principios y criterios de la conducción operativa. Nuevos cuadros de reserva, que se potencian en aquellos distritos donde la buena dirección regional y municipal les reconoce su rol protagónico y los promueve según su eficacia. 

Del mismo modo, se da la convergencia con las organizaciones de voluntariado social que, trascendiendo el “asambleísmo” y el “agitacionismo” estéril de las crisis anteriores, han logrado conformar estructuras legales autogestionadas. Y así disponer de importantes herramientas para una actividad continua, de mayor proyección en el tiempo, y de mayor arraigo en el terreno.

Celebrar la militancia significa reiterar el significado de unidad y pacificación que marcó el regreso de un liderazgo histórico para acabar con las proscripciones y señalar el fin de la lucha de resistencia, tendiendo un puente institucional de reconciliación entre los argentinos. Fue también una invitación que persiste, para trabajar juntos, sin perjuicio de las diversas tradiciones partidarias,  por la grandeza nacional y la justicia social. [8.9.15]

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