miércoles, 13 de julio de 2016

34. DEBATE SOBRE LA IDENTIDAD DEL PERONISMO



Trasfondo ideológico de la campaña

34. DEBATE SOBRE LA IDENTIDAD DEL PERONISMO

Cuando todo parecía privilegiar el apoyo del aparato radical a uno u otro referente opositor, en el trasfondo del año electoral se desarrolló un debate intenso sobre la identidad del peronismo, con el juicio crítico a sus dirigentes y la perspectiva histórica de sus potencialidades. Esta controversia, en parte subterránea, superó la polémica profesional de los paneles mediáticos, cuyo negocio es aclarar y confundir simultáneamente; y se reveló con fuerza popular en el último tramo, enfrentando al relato oficial y las encuestas engañosas.

Semejante “sorpresa” despertó  la expectativa de los nuevos nucleamientos y los votantes independientes, respecto al peronismo fiel a sus raíces fundadoras. Y la esperanza de una rebeldía, por  la prolongada usurpación ideológica del populismo, de discurso “izquierdista” y comportamiento reaccionario. Con este tono impensado por los punteros del clientelismo, se libró la elección  sustancial en el bastión bonaerense, calificado por su efecto territorial y orgánico. El “voto castigo” cayó, no sólo sobre los candidatos sospechosos de delincuencia, sino sobre los referentes de un justicialismo que no sienten ni practican, porque lo comercian.

La gobernadora electa, antes que nadie, incluyendo su partido, orientado inicialmente por un asesor indiscreto, supo abrir su estrategia en el terreno, buscando contener a la sufrida base del conurbano. Y lo hizo con modestia, recordando su juventud, signada por la valorización familiar de la justicia social en la figura de Eva Perón. Ésta es la motivación que cuenta y no el “madrinazgo” retórico de la presidenta, cuyo perfil no puede compararse con la mujer más relevante de la historia argentina.

Existe pues una actitud favorable, para ciertos sectores, a identificarse con su mensaje y apoyar en principio su gestión, que ha definido con prudencia en una provincia de publicidad excesiva y administración deficiente, donde los principales candidatos oficialistas perdieron en sus distritos de origen. Es fácil anticipar entonces la doble ecuación política que resumía nuestro líder: “con el peronismo sólo no se puede; sin el peronismo tampoco”. En esta conjunción posible, que el futuro se encargará o no de confirmar, las reservas del Movimiento tendrán tiempo y espacio para reflexionar y componer una alternativa ganadora en función del bien común.

En cuanto a la estructura de encuadramiento y conducción, es imprescindible retomar ahora las escuelas de formación y capacitación, centradas en nuestros principios y valores esenciales. Dejando que el “camporismo”, tras su experiencia festiva y rentada, haga su propio partido; así como los “montoneros”, luego del foquismo, formaron el partido auténtico, que se disolvió por sectario. Perón decía con razón que el activismo marxista tenía que crear un partido socialista explícito y legal, en vez de hacer “entrismo” clandestino en las organizaciones de las grandes mayorías.

Dijimos que lo fundamental ya fue votado en la primera vuelta, consolidando un bloque que concentra a las provincias de mayor población y producción; mientras el feudalismo retuvo, en general, su espacio subsidiado por el poder central, al precio de su alineamiento automático y la muerte del federalismo. Es el resultado obvio  de la ecuación que vincula la transparencia electoral a la cultura del trabajo genuino; la cual se reconstruirá al ritmo de la economías regionales, hoy asfixiadas por el capitalismo prebendario, el consumismo de baja calidad y la falta de inversiones, créditos, y planes de desarrollo.

Resta considerar específicamente el próximo desempate electoral, sin el dramatismo de quienes se juegan sus negocios o la posibilidad de la cárcel; porque las consignas electorales reales se han acercado a una línea central. Las posiciones ya no fluctúan entre “la continuidad o el cambio”, porque la primera perdió, y el adversario común es el “continuismo extremo”. Quedaría optar por la dimensión del giro a efectuar en el rumbo del país, y evaluar su credibilidad y factibilidad según la trayectoria conocida de cada candidato. Sin embargo, lo más lamentable es la guerra sucia y de temor desatada por quienes avasallan las normas electorales parlamentarias y judiciales.

Por fortuna, la campaña deja saldos positivos, entre ellos la conducta de las terceras fuerzas que, a pesar de no llegar al ballottage, presentaron propuestas serias y figuras idóneas, manteniendo el caudal electoral más allá de un resultado previsible. Al disponerse al diálogo y efectuar su autocrítica han dado el ejemplo, en esta hora de hartazgo de la sociedad civil por las peleas políticas sin destino. Buen augurio para levantar puentes de unión y no muros de división, a fin de evitar nuevos fracasos de gobiernos aislados de la realidad y unicatos rodeados de mediocres.

Todo esto, y la participación lúcida de millones de ciudadanos que supieron repensar la situación antes de votar, honraron a la política verdadera como herramienta pacifica para construir y distribuir poder. Acción comunitaria que implica una apuesta al futuro, para regenerar el tejido institucional que permita la unión en la diversidad, el reconocimiento de la mayoría y el respeto a la disidencia. Con este propósito elevado, en una instancia delicada, todos podremos aportar algo efectivo. La condición es no dejarse tentar por el facilismo; ni tampoco ceder al resentimiento desde el fondo de una mentalidad facciosa, que procura el fracaso del nuevo gobierno, aunque pierda el país. [8.11.15]


No hay comentarios:

Publicar un comentario