miércoles, 13 de julio de 2016

6. CAMPAÑA ELECTORAL Y COMPROMISO CIUDADANO



6. CAMPAÑA ELECTORAL Y COMPROMISO CIUDADANO

Los grandes maestros afirman que las virtudes y defectos del alma de los hombres se proyectan en las virtudes y defectos de la comunidad, destacando así la vía educativa para la evolución ciudadana. Según este concepto tratamos el desenvolvimiento de las campañas políticas, exponiendo el contraste entre conocimiento e ignorancia. Ahora, para completar las premisas de una buena participación, nos toca hacerlo en la opción por la libertad y dignidad frente a las distintas formas de manipular la voluntad popular.

No nos referimos, obviamente, “a quién” votar, sino a “cómo” interpretar el derecho y el deber del sufragio en la intimidad de la reflexión previa, para contribuir a una mayor calidad institucional. Porque votar es un hecho simple en el marco formal del sistema democrático, pero no tan sencillo cuando se reivindican los contenidos reales de su funcionamiento integral y justo. En este trance, el arma fundamental es la capacidad civil de autodeterminarse.

El acto comicial no se comprende como un hecho aislado, al margen del grado de integración en lo cultural, lo productivo y la organización territorial efectiva, no la que aparenta el mapa. Porque concurrir ante el padrón como un paso efímero y disperso, descarta su repercusión concreta en la vida colectiva, y pierde la oportunidad  de incidir pacíficamente en el progreso necesario y posible. La política, pues, no es propiedad de los políticos que la pretenden acaparar, sino del pueblo que quiere participar.

Es fundamental encarar la tarea de neutralizar la red de clientelismo, estatal o partidista, que funciona en la base social expropiando la libertad por una contraprestación miserable. Un mecanismo que sustituye con dádivas lo que debiera ser un proselitismo legítimo, sin engaños, presiones y amenazas que especulan con los más vulnerables.

Sobrevuela el paisaje electoral los nubarrones del temor, porque pocos hablan pero todos presienten “ajustes” por agotamiento de recursos, extendiendo el miedo a perder subsidios y “planes”. Angustia natural por defender la subsistencia familiar, aunque la inflación haya reducido el poder adquisitivo de los aportes, que eternizan la cautividad política de la exclusión estructural. Por lo demás, la persistencia del asistencialismo crónico ha vuelto a demostrar su incompetencia, en comparación a la creación de trabajo genuino.

Otro modo de afectar la voluntad electoral suele impactar en ciertas capas medias, sin tantas necesidades materiales pero gran déficit de perspicacia política y sensibilidad social. En especial, aquellos que confunden solvencia técnica con rigidez tecnocrática, inserción mundial con globalización trasnacional y planificación estratégica con retórica generalista. Es decir, con simplificaciones esquemáticas que no profundizan el análisis de los problemas, ni el orden de prioridades, ni las medidas específicas de solución.

Tenemos que debatir sin demora estos temas pendientes, cuidando de no provocar ni pontificar, para proponer los objetivos y lineamientos más adecuados. Ellos tienen que diseñarse acorde al desarrollo de nuestras fuentes y fuerzas productivas, dentro de un conjunto armónico: sin los extremos del estatismo, el privatismo, la xenofobia y la extranjerización. A tal fin, hay que retomar los principios y valores de la comunidad que ansiamos, y conferir a las mejores virtudes y sentimientos argentinos una expresión ética y política de excelencia. [14.4.15]




No hay comentarios:

Publicar un comentario