8. EJERCER LA DEMOCRACIA, AFIRMAR LA REPÚBLICA
Un proceso
electoral prolongado, con exceso de listas de candidatos, puede saturar la
atención ciudadana sin consolidar los liderazgos necesarios para la próxima etapa. Por eso es importante repasar
conceptos esenciales que estimulen el ejercicio de la democracia y a la vez
defiendan la integridad de la república
que es indivisible. Entre estos conceptos hay que distinguir “lo político” de
“la política”, donde lo político es el todo que abarca lo profundo del relacionamiento
colectivo; y la política es la parte instrumental, criticable cuando se
extravía tras los intereses personales de los dirigentes.
La comunidad
constituye el marco histórico del desarrollo institucional: tiene causas y
efectos políticos que no pueden soslayarse. En este aspecto, “lo apolítico” en
rigor no existe, ante el entramado del
“nosotros social” y sus múltiples ramificaciones. La política, en cambio, es la
dirección circunstancial aplicada al gobierno, la cual no siempre se ejerce con
equidad y eficacia. Ella resulta cuestionable cuando trasluce intereses
espúreos de personajes asociados para delinquir con la cobertura de la
estructura estatal. Y acaparan potestades
públicas: sea con falsas promesas, reivindicaciones ficticias, negación de
información oficial y maniobras de corrupción.
Revertir
esta deformación crónica insumirá tiempo y constancia, empezando con la tarea
de quienes se consideren partícipes y testigos de su comunidad de pertenencia.
En ella el individuo suele estar más atento y arraigado, por la influencia
local ineludible que marca su identidad. La soledad que acecha al
individualismo, suele presentar un punto de inflexión respecto del ánimo
egoísta que aísla y aliena. Hito de transformación que indica un vuelco hacia la
“voluntad de conciencia” y el deseo de acceder a los valores solidarios para
combatir la inercia de prácticas antisociales.
El nuevo impulso empieza cuando cada
uno asume la responsabilidad de involucrarse desde el primer escalón de su
ámbito directo. Porque la suma paulatina de espacios organizados hace a una
construcción poderosa, contra la fragmentación caótica y la actitud indolente o
agresiva.
Seguir con desgano los relatos
ideológicos o mediáticos, sin reaccionar frente a la realidad, equivale a
consentir la caída de una comunidad en parálisis letal, donde las consignas se
confunden y los buenos ejemplos desaparecen. En una opción distinta, pensar con
afán productivo es un camino factible
para empeñar correctamente nuestras energías. La acción positiva crecerá
comprobando que se marcha acompañado por quienes también saben tomar la
iniciativa.
Lo principal es ir consensuando la
estrategia integradora de la comunidad, articulando los diferentes componentes
de la sociedad civil y sus organizaciones libres, con el apoyo de un Estado
presente, pero no autista en términos de “aparato” insensible. En la
coordinación de Estado y Sociedad, resultará imprescindible la
descentralización por unidades territoriales, municipales y subregionales, que
expresen una democracia cercana a las bases para su mayor protagonismo.
La sociedad es la base del Estado,
que debe servirla y no traicionarla con funcionarios prepotentes que limitan su
desarrollo. Por esta razón, los reformadores eficaces de estructuras caducas tendrán
que crear conceptos válidos para una adecuada “toma de posición” con ideas y
sentimientos innovadores. En esta definición se concreta el paso previo de una acción
comunitaria en los problemas pendientes.
[28.4.15]
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