En el día
de la militancia
35. EL ARTE DE ELEGIR CONSIGNAS CONTRAPUESTAS
La selección de consignas adecuadas
al liderazgo de políticas contrapuestas, implica la habilidad de integrar
elementos de estrategia y comunicación para orientar las acciones, en una
escena de voluntades que compiten en el juego de poder. En tal sentido, deben
abrir el espacio a los ejes de propaganda y relaciones, que impidan el encierro
de la conducción dentro de consignas
extremas, porque toda beligerancia, en el tiempo, termina en una diplomacia de
negociación y pactos.
Si este protocolo de cierre de
conflictos, no existe como supuesto genérico en las previsiones básicas del
plan, lo que se plantea no es la “lucha”, sino el “exterminio”, o acuerdos de
última hora conseguidos de cualquier manera, ante la realidad de una fuerza
propia diezmada, como nos pasó en Malvinas. Porque las consignas extremas,
además, desdibujan los objetivos definidos en la misma concepción de la
instancia superior responsable; mientras en la improvisación, cuando llega el
colapso, nadie sabe que hacer y multiplica el desastre.
Un ejemplo notable del arte de fijar
consignas para monitorear la evolución de los hechos, fue la operación regreso de 1972, encuadrada tácticamente en
dos voluntades blindadas: la “proscripción” por la cúpula del partido militar y su réplica en el “Perón o
Muerte” de las organizaciones foquistas. La solución vino por la mediación
estratégica que afirmó, lo que hoy sería de gran utilidad: “con el peronismo sólo
no se puede y sin el peronismo tampoco”.
Esta dirección correcta
ubicó la puja en la mínima graduación posible de violencia, y simultáneamente
consolidó las tratativas multipartidarias que culminaron en la concertación
política, económica y social. Base, a su vez, para concluir la lucha de
resistencia, superar el dogmatismo y priorizar la institucionalización del
país, dejando aislados a los extremistas de ambos bandos.
La clave de la paz interior es lograr
la unidad en la diversidad y la estabilidad gubernativa, imprescindibles para
despegar con la reconstrucción y las reformas pendientes, que nadie podrá
encarar en soledad. Por esta razón, la polarización y el enfrentamiento tienen
un límite objetivo: aún el derrotado, pero no vencido, debe ser incluído como
partícipe necesario del funcionamiento democrático. Y la tarea de
reconstrucción orgánica, tendrá que hacerse en simultáneo con esta cooperación
exigida por el bien común.
Aplicando estas lecciones de la
historia, hoy de cara al ballottage, avanza un recambio generacional que es
contrario por igual a las burocracias partidarias distorsionadas por las
corruptelas, y a la juvenilia premiada tempranamente con altos cargos públicos,
pero sin presencia territorial efectiva. Allí renace la competencia por sumar
adhesiones, con flexibilidad no exenta de lealtad a la identidad originaria, y
descarte de los discursos repetitivos de una campaña lamentable.
En su reemplazo, según lo venimos
reiterando desde el principio, hay que difundir, como se empezó a hacerlo en el
debate de los candidatos, una plataforma coordinada de políticas de Estado;
guiadas por personalidades prestigiadas que hagan creíble y factible las propuestas.
En fin, hay que recuperar, más que el
“optimismo” pasivo de la ingenuidad, el “entusiasmo” activo de la
verdadera militancia, cuya mejor celebración es el trabajo. [17.11.15]
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