lunes, 11 de julio de 2016

8. NUEVA PROYECCION DE LOS GOBIERNOS LOCALES Y LOS LÍDERES COMUNITARIOS



8. NUEVA PROYECCION DE LOS GOBIERNOS LOCALES
Y LOS LÍDERES COMUNITARIOS



La organización jurídica estatal y la organización social comunitaria

Un cuerpo social se convierte en comunidad a lo largo de una evolución que pone a prueba su capacidad de adaptación a las diferentes circunstancias y desafíos enfrentados, manteniendo una determinada unidad y continuidad orgánica. En esa trayectoria, la vitalidad de la comunidad se reconoce por la manifestación de una proyección de su voluntad histórica de persistir, crecer y desarrollarse en una realización afirmativa de todas sus potencialidades.

Esta afirmación vital se corresponde a un deseo de autonomía, para bastarse a sí misma y tomar sus propias decisiones, prescindiendo en forma progresiva del centralismo, burocrático o asistencial, del cual dependiera inicialmente. La maduración de la conciencia colectiva, paralela al esfuerzo de construcción económica y administrativa, le permite ir asumiendo en plenitud su destino, abandonado el disciplinamiento político que es el contrapeso, directo o indirecto, del apoyo recibido.

Se presentan así los problemas y soluciones normales de un doble nivel de estructuración del conjunto articulado de intereses y relaciones que configura el desenvolvimiento de la sociedad civil. Por un lado, la organización jurídico-legal estatal y sus instituciones políticas imprescindibles para gobernar, legislar y administrar justicia. Por otro lado, la organización social comunitaria y sus organizaciones libres autogestionadas. Ambos niveles tendrían que actuar en forma interactiva y coordinada, para servir armónicamente sus finalidades complementarias, lo que no siempre ocurre por desfasajes en la dinámica histórica de los pueblos.

En este aspecto, a veces se registra un retraso relativo en la organización y el funcionamiento de un Estado muy centralizado que, a nivel nacional o provincial, enchaleca las iniciativas locales de alcanzar una mayor autonomía de acción y calidad de participación. Otras veces, en cambio, existe el marco constitucional adecuado para crecer en esas posibilidades, pero el compromiso de involucramiento popular en su ámbito más directo no se revela suficientemente. En nuestro país ocurren al mismo tiempo estos comportamientos dispares, aún en regiones y zonas de características similares.

La identidad de atribuciones entre ciudadanos

Hace a la tesis de estas reflexiones enfatizar el ciclo de transformaciones y cambios “de abajo hacia arriba”; porque las modificaciones impresas en la cúpula del ordenamiento general suelen ofrecer vacíos e interferencias burocráticas, mientras la movilización real del pueblo crea las condiciones irreversibles para actualizar la normatividad social. En este sentido, queda clara la necesidad de establecer una red activa de adhesión y acumulación de efecto organizativo, para convocar, recibir e intercambiar ideas, hechos y recursos de la más amplia gama comunitaria.

La democracia como régimen de convivencia se defiende por sí cuando los ciudadanos ejercen responsablemente sus deberes y derechos, especialmente la igualdad que es “la identidad de atribuciones entre seres semejantes”. Pero la igualdad no se reduce a la ejecución periódica del ejercicio electoral, para pensar a quien vamos a votar, sino que se expresa en todos los asuntos de la vida cotidiana, donde debemos decidir lo que vamos a hacer. En consecuencia, la democracia no sólo se viola activamente por la comisión de faltas y delitos, sino que se afecta por la omisión de las obligaciones comunitarias más elementales.

El imperativo ético y práctico de involucrarse en una participación civil orgánica, es más importante que nunca ante la multiplicación de una actitud cuestionadora, que ahora se registra en varios lugares por oleadas de reivindicaciones postergadas. Ellas son legítimas en cuanto apuntan a la marginalidad social, la inseguridad, las fallas en la justicia y el mal funcionamiento de ciertos servicios, pero pierden consenso cuando se desvían hacia el caos sistemático que agrava la situación. Ésta es otra razón para buscar la actuación ordenada de la gente, desconcentrando las decisiones públicas más cercanas a la base social, y logrando el concurso de sus dirigentes naturales y no del activismo ideológico.

Hay que estar atentos a la diferencia entre necesidad y agitación, porque la crisis muestra sobre caliente las cosas que hay que enmendar, y además provee la fuerza movilizadora aplicable a la solución de errores y falencias. De lo contrario, se opta por la represión o se posterga el desenlace para otra oportunidad, cada vez más difícil porque acumula tensiones. Es importante pues, plantear propuestas verdaderas, que no jueguen con la expectativa y la esperanza social, ya bastante sensibilizadas por la indiferencia o la ausencia del arco conocido de representación política.


De relaciones de vecindad a relaciones de arraigo e integración

Todo proyecto comunitario, además de atender a lo urgente, apunta a sostenerse en el futuro; e incluye la crítica a la inacción pasada y presente. Esta visión, explícita o implícita, contiene los principios reformadores que hay que desarrollar para vencer la resistencia de los intereses que lucran con la situación preexistente. De igual modo, acontece en la realidad integral de una sociedad local que ansía progresar, para lo cual tiene que partir de la propia fuerza que genera su entramado social interno, en tanto éste tienda a consolidarse y quiera profundizarse.

Nos referimos a una prédica que supere las falsas argumentaciones sobre la inviabilidad del desarrollo institucional y organizativo de los argentinos, porque son evidentes los numerosos ejemplos de provincias, ciudades y pueblos bien gobernados y participativos. Estos testimonios de éxito, que contrastan con otros de desapego y desidia, indican un camino transitable de avance, orientado hacia el pasaje de las relaciones de vecindad a las relaciones de integración y apoyo mutuo.

El arraigo nacional y local es un refugio frente al desmoronamiento del paradigma político y económico neoliberal a escala mundial, entre otras causas, por la codicia desmedida de los centros de especulación financiera, con sede principal en EEUU, y la manipulación mediática conexa. Los pueblos sufren esta situación extraordinaria como una crisis cultural, donde los valores han sido sustituidos por anti-valores. Esto fomenta el círculo vicioso de la anti-política y la anti-organización, mientras se desprecia el esfuerzo personal, la capacitación técnica, la importancia del trabajo productivo y de la asociación profesional.

Es imposible, entonces, esperar que la solución venga de afuera, porque nuestros proyectos deben ser motivados en nuestras aspiraciones, planificados por nuestras ideas y alcanzados con nuestros medios. De igual modo, tienen que ser conducidos por nuevas formas de expresión y representación, en conjunto con una reestructuración estatal, y la “regionalización y descentralización del orden territorial”. Todo ello con el objetivo de una mejor disposición del espacio geográfico y el resguardo del medio ambiente, para proteger la vida comunitaria y su horizonte de desarrollo sustentable.


Inclusión social e identidad nacional

Es importante reiterar que la marginalidad, con las variantes del subempleo y la discriminación, afecta gravemente en materia de educación, salud, vivienda y previsión social; y al final desemboca en exclusión urbana y causa de inestabilidad política. Por si faltasen ejemplos, hoy vemos una violencia inédita en grandes ciudades de países desarrollados e incluso ex-metrópolis colonialistas, donde estalla la ira de una generación sin protección ni destino. Una conmoción social encabezada por franjas de mera sobrevivencia que, al expresarse masivamente, y aparte de cualquier infiltración delictiva, afecta por sí el tejido comunitario y pone en duda el “código cultural” vigente por décadas.

Esto sucede porque la racionalidad y voluntad del Estado no pueden estar ajenas al fondo del drama humano que lo cuestionan de raíz. De ser así, lamentablemente, las alternativas de acción serían reactivas y no proactivas, tendiendo a la represión; y dejando correr, en una napa más honda y oculta, la corriente de descontento y choque social. De todas maneras, esta rebeldía concentrada en el desborde del desorden sin perspectiva política, traduce una “actitud nihilista” sin valores de recambio para un régimen decadente.

La comparación con nuestra experiencia reciente (2001) no es ociosa, porque aún desde la Europa “integrada” viene a confirmarse nuestro axioma doctrinario: la solidaridad social, más allá de sus significados éticos y morales, es la herramienta válida para redescubrir el carácter histórico de la nacionalidad, que sufriría una crisis de identidad sin ella. Solidaridad, por supuesto, no declamada sino realista, efectiva y bajo la acción democrática de la participación popular.

La dimensión del esfuerzo aún pendiente excede la estructura oficial asistencial, que si pretendiese absorberla en forma total, lo haría al precio de una burocratización distante del trato personalizado que tiene que caracterizarla. Tampoco es conveniente dar ayuda en forma asimétrica, favoreciendo a determinados círculos proclives a caer en mecanismos de corrupción, o a utilizar a su arbitrio un cúmulo de recursos, implicando la privatización de hecho de fondos públicos que pertenecen a todos los ciudadanos. Sin embargo, observar estas consideraciones, en ningún caso tendría que derivar en retrocesos inadmisibles, como postulan sectores reaccionarios,  referentes a las políticas de inclusión social y al incentivo de un modelo económico productivo.


Alentar los nuevos liderazgos de construcción comunitaria

El arte de la conducción enseña que todo poder instituido depende de la fuerza social sobre la cual se ejerce. Luego, la aprobación o el rechazo manifiesto del pueblo, que siempre se reserva la facultad soberana de confirmar o revocar el rol delegado en sus funcionarios. En igual sentido, hay momentos que promueven la gestación de nuevos liderazgos de base para encarar las soluciones que se reclaman. Este fenómeno que cada tanto reaparece, supera la opacidad habitual de los grupos de influencia, respecto a la óptica local directa del bien común; y potencia la imagen de los cuadros que emergen, por su aptitud ética y vocación de servicio, en sus respectivos lugares de referencia.

Para esta innovación del liderazgo, también hay que estar dispuestos a evolucionar con la incorporación de métodos estratégicos y tácticos, a fin de conducir con unidad en la diversidad, y proyectarse en lo local y zonal de acuerdo a las expectativas creadas. En este marco, los ciudadanos que entiendan y acompañen este proceso indispensable, dejarán de vivir una especie de “democracia restringida”, condicionada desde niveles superiores, que no siempre están compenetrados con las realidades diversas que configuran el mapa del país.

Ya hemos visto que el espíritu republicano no se agota en el planteo electoral, porque a la legalidad de origen del poder hay que ratificarla con la legitimidad de su ejercicio práctico en cuanto a metas, apoyos y procedimientos. Con todo, hay algo interesante cuando se zonifican los resultados comiciales, especialmente en los distritos medianos y pequeños, porque ellos demuestran el nivel de calidad de la gestión de los gobiernos locales y de los dirigentes sociales. Algún día no muy lejano, el bloque compacto de miles de pueblos bien administrados, dará el temple necesario de una calidad institucional diferente.

Para todos estos temas “La comunidad organizada” no es sólo un texto clave de un conductor inigualable, por la irrupción histórica de los trabajadores argentinos: es un modelo de conducción vigente, abierto a las nuevas generaciones que deben conocerlo primero, para enriquecerlo con su experiencia. Ese modelo democrático no reconoce títulos nobiliarios ni en la oposición, ni en el oficialismo; porque la carrera militante se funda en el esfuerzo personal de cada uno, revalidado en cada momento de una vida de lucha. (14.8.11)











No hay comentarios:

Publicar un comentario