miércoles, 13 de julio de 2016

9. EXHIBICIÓN ELECTORAL O PROPUESTAS VERDADERAS



9. EXHIBICIÓN ELECTORAL O PROPUESTAS VERDADERAS

Pensar es aplicar la facultad distintiva del ser humano a comprender aquello que capta. Constituye la premisa de una obra y, particularmente, el incentivo que “forma el ánimo” para hacer un trabajo. Éste es el sentido a destacar en un pensar metódico, dirigido a un reclamo nacional por aspiraciones y necesidades, lo cual exige hablar claro, sin artificios ni engaños.

La conducción, que es el arte de las artes, sin el cual no hay orden sino caos, se transmite a través de un lenguaje orientador de la transformación de la realidad. Es un código de palabras e imágenes que explican con propiedad el rol de las distintas actividades de la “polis”, ayudando a armonizar sus funciones complementarias. Sus contenidos surgen de la fuente sencilla de una “filosofía de la acción” que le confiere consistencia, mediante un discurso argumental ético y lógico con centro en la equidad social.

El resultado del pensar productivo, realizado de manera individual o en equipo, es el pensamiento comunitario que, cuando se encuentra bien fundado, es un razonamiento vivo que se abre a sí mismo para adaptarse a las circunstancias cambiantes de tiempo y espacio. Y que, a la vez, se presta al intercambio enriquecedor de diversos matices, por la corrección mutua y sin recelos de un proyecto conjunto.

Alrededor de este juicio y su fuerza motriz, las cosas no permanecen inmutables, pues reciben su impacto oportuno, motivando distintos grados de modificación en las conductas personales, los comportamientos colectivos, las estructuras orgánicas y los procedimientos técnicos. Cuando esta expresión creativa no existe, o cuando es bloqueada por ignorancia o represión, hay una clara señal de peligro, porque se niega el proceso prometedor de una nueva configuración de los vínculos de la comunidad, que es imprescindible para ingresar a un nivel más elevado de su trayectoria.

Los desafíos del pensar en el contexto de un sistema democrático comienzan cuando la versión única busca imponerse, por la vía autoritaria, según la conveniencia de un círculo propenso a fingir y por eso deficitario de credibilidad y confianza. O cuando, dudando de su vigencia, el discurso unilateral se encierra en consignas superficiales, rechazando debatir en profundidad los cuestionamientos constructivos de la crítica y la autocrítica.

Por estas razones, y máxime en un cuadro de transición, la pregunta “qué debemos hacer”, clave para intervenir en la situación, tiene que estar presidida por una interrogación preliminar sobre “cómo debemos pensar”, y, consecuentemente, cómo trasmitir reflexiones que sirvan al diálogo. La respuesta puede esbozarse como “un pensar para hacer pensar” y llevarnos persuasivamente a una más activa participación, ofreciendo: finalidades claras, aceptación de la realidad y perseverancia en la propuesta de políticas públicas, sin descalificar a nadie por prejuicios.

El enlace entre pensar, hablar y obrar no opera por exhibición electoral, sino por algo concreto que se llama organización; y que en el plano nacional trasciende los partidos en la estructura del Estado. En la realidad, este orden superior se encuentra entre la idea perfecta de los clásicos, y nuestras formas imperfectas, que sin embargo no hay que naturalizar para siempre. Al contrario, una reforma equilibrada del Estado, que expurgue sus elementos ineptos y dolosos, será esencial para lograr el éxito de las políticas concertadas democráticamente.[5.5.15]


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